Futbol pinero: Mucho talento deportivo y débil respuesta estructural

En esta tierra bendecida por la pasión deportiva, cada paso de nuestros futbolistas representa una batalla más. La Isla de la Juventud rebosa talento, pero el terreno de juego se mantiene como su primer gran adversario.
Una temporada más culmina para el equipo pinero en la primera categoría del fútbol nacional, y con ella regresa una sensación que parece escrita en un guion que se repite: orgullo por el coraje y el talento desplegado en cada jornada, y desilusión por no lograr avanzar más allá de los resultados.
Pero lo verdaderamente doloroso no siempre alcanza los titulares. Porque las pruebas más duras no se juegan en el torneo, sino en las condiciones que rodean al equipo: transporte limitado, hospedajes en ocasiones improvisados, y un terreno de juego que se asemeja más a un escenario de batalla que a una cuna de sueños deportivos. El campo futbolístico del reparto 26 de Julio, en Nueva Gerona, se ha convertido en una herida abierta que sangra temporada tras temporada.

Las deficiencias saltan a la vista. Ondulaciones en el terreno que provocan lesiones, mientras un perímetro cercado con alambre de púas revela la falta de seguridad y comodidad para atletas y aficionados. Incluso el descanso en el entretiempo se convierte en un acto de resistencia: los jugadores enfrentan el sol, bajo un pequeño techo y sobre bancos de hormigón que no ofrecen alivio físico. Sin hidratación ni condiciones mínimas, ese breve respiro se suma al sacrificio cotidiano.
De igual manera, la infraestructura para el público y la prensa tampoco escapa a esta precariedad.
A pesar de tanto esfuerzo, el fútbol pinero continúa condenado a sobrevivir en la sombra de sus propias limitaciones. Porque los obstáculos que enfrenta son estructurales, no deportivos. Y ese contraste entre entrega y abandono exige algo más que reconocimiento: exige transformación.
Frente a esta realidad, urge una renovación integral del terreno y sus instalaciones, guiada por especialistas y respaldada por gestiones con federaciones amigas y patrocinadores que impulsen un proyecto de mejora sostenida. Aunque los desafíos económicos del país son evidentes, hay cambios posibles que nacen del compromiso, la sensibilidad y la vocación colectiva.
Porque aquí, en la Isla de la Juventud, donde el fútbol forma parte de nuestra identidad cultural, los sueños deben avanzar sin las barreras que nunca debieron existir, en tal sentido, hagamos del trabajo colectivo nuestro mayor impulso, para que la próxima temporada no nos encuentre repitiendo lamentos, sino celebrando conquistas nacidas del esfuerzo y la dignidad.
Texto y fotos Frank Pupo La Rosa