diciembre 2, 2024 ¿Quienes somos?

Cadenas permanentes de Gitmo

Los prisioneros de la cárcel, ubicada en la ilegal base Naval de Guantánamo. Foto: Archivo.

Ahora viene otro informe poco conocido sobre los continuos excesos e inhumanidad en la Bahía de Guantánamo, la prisión militar estadounidense posterior al 11 de septiembre que hace solo dos décadas estableció el estándar para los crímenes de guerra, un estándar que ahora está siendo eclipsado por la guerra en Ucrania.

La autora del informe es Fionnuala D. Ní Aoláin, relatora especial de las Naciones Unidas sobre la promoción y protección de los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo, profesora de derecho en la Universidad de Minnesota y la Universidad de Queens en Belfast, e investigadora experimentada en derechos humanos. Ella basó su informe en una visita de cuatro días a la prisión de la isla en febrero pasado. Se le dio acceso extraordinario a los treinta y cuatro prisioneros que entonces permanecían en cautiverio, la mayoría de los cuales han sido declarados culpables de nada más que estar en el lugar equivocado en Afganistán en el momento equivocado. Treinta prisioneros permanecen hoy en Guantánamo, dieciséis de los cuales han sido autorizados para su liberación.

Ní Aoláin es un observador brillante. Es la primera funcionaria de la ONU a la que se le permite visitar la prisión. Ella reconoce que las condiciones básicas de vida de los prisioneros restantes han mejorado mucho en los últimos años a medida que la población de detenidos se redujo, pero esas mejoras, escribe, se ven contrarrestadas por los que aún están encarcelados por los “efectos acumulativos de entregas, desapariciones, detención en régimen de incomunicación, tortura y malos tratos sistemáticos y detención continuada”, que “han tenido consecuencias psicológicas y físicas graves y de largo plazo”. Ella es especialmente crítica, al igual que los observadores anteriores, de lo que ella encontró como “graves deficiencias estructurales e institucionales en la atención actual. Vincula esas preocupaciones con su singular observación de que la atención médica y psiquiátrica disponible “puede desencadenar en algunos detenidos experiencias previas de tortura, trato cruel, inhumano y degradante”. Señaló que “el hecho de que el gobierno de EE. UU. no brinde esa atención exacerba el impacto del horrible trato o castigo que sufrieron anteriormente y prolonga las consecuencias”.


Tomado de Cubadebate

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