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Centenario de la ratificación del Tratado Hay-Quesada: 13 de marzo de 2025

A cien años de la ratificación del Tratado Hay-Quesada como resultado de gestiones diplomáticas, pero también de las luchas populares, se revela la gran importancia de ese proceso histórico. Foto: Islavisión.

A cien años de la ratificación del Tratado Hay-Quesada como resultado de gestiones diplomáticas, pero también de las luchas populares, se revela la gran importancia de ese proceso histórico, que confirmó la voluntad de los cubanos de defender, desde la unidad,  la independencia e integridad nacional.

La división de poderes en Estados Unidos fue manipulada por el lobby del Senado que representaba a colonos con propósitos anexionistas para obstaculizar y/o demorar la decisión ya adoptada por el poder ejecutivo y judicial, que recocieron la jurisdicción cubana sobre Isla de Pinos. Intereses particulares, más que los del país marcaron la última etapa de negociaciones y de lucha, una vez descartada la utilidad de Isla de Pinos como base naval y carbonera, a consecuencia del bajo calado de sus mares circundantes.

La peculiar condición insular de Isla de Pinos (Isla de la Juventud-1978) y la situación creada en torno a su jurisdicción cubana o norteamericana, a causa del limbo jurídico que generó la aprobación de la Enmienda Platt, que en el artículo 6to declaraba que “… Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por tratado, la propiedad de la misma” ([1]), dio inicio a un importante capítulo de dominación neocolonial donde se mezclaron mecanismos institucionales, con las apetencias de compañías y emprendedores ávidos de rápida fortuna.

Cablegrama no. 840 del 13 de marzo de 1925, donde se informa sobre aprobación del Tratado Hay - Quesada, por parte del Senado de EEUU.


Esa situación fue aprovechada por los colonos norteamericanos, asentados desde finales de siglo, quienes desarrollaron una fuerte campaña para la anexión a los Estados Unidos, después de la toma de posesión del primer presidente de la república cubana Tomás Estrada Palma. Dos documentos motivaron la cuestión: 1- la proclama del General Leonardo Wood al hacer la entrega del gobierno a Estrada Palma: “… los Estados Unidos tienen entendido que el gobierno actual de Isla de  Pinos continuará como un gobierno de facto, a reserva de resolver el dominio de dicha isla mediante un tratado…” ([2]). 2- La respuesta de Estrada Palma: “…queda entendido que Isla de Pinos continúa de facto bajo la jurisdicción del gobierno de la República de Cuba, a reserva de lo que en su oportunidad convenga al gobierno de EEUU y el de la República de Cuba.” ([3]).

Las presiones norteamericanas ante la actitud de Estrada Palma condujeron a negociaciones que culminaron en el año 1903 con el acatamiento del Tratado de Reciprocidad Mercantil y el de Relaciones Permanentes. En el último, en el artículo no.1 se hacía mención a que los EEUU renunciarían a todo derecho sobre Isla de Pinos; y en el artículo no.2 confirmaban que: “…esta renuncia se hace en consideración a las concesiones de estaciones carboneras y navales en la Isla de Cuba que antes de ahora se han hecho a los Estados Unidos de América” ([4]). Era cuestión de cambiar una porción del territorio cubano por otro: Guantánamo, con mejores condiciones de calado y de atraque de buques de gran porte, y su propia ubicación geográfica.

En la campaña anexionista, que tuvo su desbordamiento a finales de noviembre de 1905 con la proclamación de un gobierno norteamericano en suelo pinero mediante la “revolución” ([5]), se destacaron los colonos  Samuel H. Pearcy, Tomás J. Kenan  y  Charles Raynard, especuladores, quienes mediante varias publicaciones impusieron matrices de opinión  tales como: “…Isla de Pinos la más reciente adquisición territorial hecha por el Tío Sam”; “…Isla de Pinos es parte del territorio cedido por España a los Estados Unidos”; así como acerca de la gran feracidad de sus tierras. La propaganda interesó a Senadores como Penrosse, Carmack y Pomerona, también a los Representantes Crumpaker y Richardson ([6]), quienes avivaron el lobby correspondiente en el Senado norteamericano. ([7])

La intransigencia del alcalde Juan Manuel Sánchez Amat, de los funcionarios del gobierno local, y de la población cubana en la ínsula abortaron la intentona anexionista.

En 1906 se reedita, bajo la dirección de la Asociación de Terratenientes yanquis, un nuevo capítulo anticubano, para la cual los colonos norteamericanos implicaron a los trabajadores empleados en sus posesiones. La nueva trama se desarrollaba a través de Charles Raynard, secretario de la llamada Federación Americana de Isla de Pinos y también fracasó.

Los reclamos anexionistas respondían al negocio de la exención de derechos de importación a los productos de Isla de Pinos. No les importó a sus promotores que el Departamento de Hacienda de Washington hubiera declarado el 1 de agosto de 1902 que los artículos procedentes de Isla de Pinos debían pagar derechos a su entrada en los Estados Unidos, a los mismos tipos que los similares de otros países, resolución que fue confirmada por otra del mismo departamento, de agosto 2 de 1906, por lo que se dispuso que las mercancías procedentes de Isla de Pinos debían aforarse para los mismos tipos que las de Cuba., criterio que fue más tarde reconocido por el Tribunal Supremo de Justicia de los Estados Unidos, el 8 de abril de 1907, en la decisión aprobada durante el pleito  Edward J. Pearcy-N. Stranaha ([8]) de que los EEUU no tenían ningún derecho sobre Isla de Pinos, y que de jure ésta pertenecía a Cuba. ([9])

La actitud predominante del gobierno cubano se limitó al terreno diplomático. ([10])  Mediante la gestión de Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Ministro Plenipotenciario de Cuba en Estados Unidos, se firmó en La Habana, el 2 de julio de 1903, un primer tratado sobre la jurisdicción cubana de Isla de Pinos rubricado por el Secretario de Estado interino de Cuba, José María del Monte, y el primer enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Estados Unidos en Cuba, Herbert G. Squiers([11]). La inclusión de una cláusula de caducidad, referida a su nulidad si no era ratificado por el Senado norteamericano fue la causa de ese primer fracaso diplomático. El 2 de marzo de 1904, el ministro cubano lograba un nuevo acuerdo, en ese momento con el Secretario de Estado norteamericano, John Hay, y por cuya causa se le nombró Tratado Hay-Quesada. En esa ocasión fue omitida la cláusula de referencia; una decisión acertada, pues demoró 21 años su ratificación por el Senado norteamericano.

Predominó el menosprecio en relación al status de Isla de Pinos por parte de los diferentes ejecutivos cubanos, hasta el año 1922 por parte del presidente Alfredo Zayas. La designación del coronel del Ejército Mambí Cosme de la Torriente y Peraza como primer embajador de Cuba en los Estados Unidos, el 4 de octubre de 1923, le dio nuevo impulso a las negociaciones oficiales, caracterizadas por una actitud cautelosa, y por  la inteligencia y sagacidad negociadora mostrada por el diplomático cubano.

En Cuba, el movimiento obrero y estudiantil liderado por Julio A. Mella asumió posiciones críticas, con un carácter antimperialista en relación al hecho de que Isla de Pinos de hecho siempre fue cubana. Mientras que en Isla de Pinos y el resto del país también se vertebraba un movimiento con una clara posición nacionalista, a través de la creación de comités cívico-patrióticos que se constituyeron desde 1923, y que tuvieron alcance nacional y que insistieron en el hecho de que aún no estaba resuelta la jurisdicción desde el punto de vista del derecho, por la inejecución de lo contemplado en el mencionado artículo 6 de la Enmienda Platt:

El 22 de noviembre de 1923 fue fundada en Nueva Gerona la “Columna de Defensa Nacional de Isla de Pinos”. El pinero Enrique Bayo Soto fue su presidente.

A inicios de 1924 se organiza  el Comité Patriótico Pro-Isla de Pinos, responsabilizado con el apoyo a una vigorosa campaña a la ratificación. Estuvo integrado por la Junta de Educación de La Habana, Emigrados Revolucionarios, Asociación de Maestros, Columna de Defensa Nacional, Veteranos, Club Atenas, Sociedad Unión Fraternal, Asociación de Graduados de la Escuela de Pedagogos, Gran Logia de la Isla de Cuba, entre otras instituciones. El periodista y  presidente de la Junta de Educación de La Habana, Osvaldo Valdés de la Paz  lo presidió.

A comienzos del año 1925, al mismo tiempo que la Misión Patriótica, se creaba el Comité de la Manifestación Nacional de Justicia y Derecho Cívico Patriótico Pro-Isla de Pinos, con el mismo objetivo socializador de la causa pinera. Los máximos dirigentes fueron Fidel de Céspedes Tamayo e Hilario Rodríguez Silvera.

El 16 de enero de 1925 se inició la “Misión Patriótica”, suerte de campaña del Comité Patriótico, a propuesta del periódico El Heraldo, que realiza un recorrido por todas las provincias del país por la misma ruta de la invasión protagonizada por el Ejército Mambí bajo el mando de Máximo Gómez y Antonio Maceo, en la Revolución del 95. En la práctica no se pudo mantener el trayecto planificado con exactitud por las solicitudes de los alcaldes y talleres masónicos de un número importante de poblaciones que reclamaron el paso de los misioneros por sus territorios, como expresión de apoyo a la causa de los pineros.

La Misión Patriótica contó, además, con el talento y patriotismo de destacados intelectuales como el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, Don Fernando Ortiz, Dr. Evelio Rodríguez Lendián, el abogado Luis Machado Ortega, el artista de la plástica Eduardo Abela, que representaba a la Asociación de Escultores y Pintores. También con el apoyo del general mambí Enrique Loynaz del Castillo y otros destacados patriotas.

El alcance del movimiento cívico fue tal que en las historias de diversas localidades, en la actualidad, se rememora lo acontecido, como en la heroica ciudad de Bayamo en el oriente del país:

“Bayamo, al igual que el resto del país reaccionó cívicamente contra el intento de despojo. Durante varios días, desde la ciudad del Cauto se enviaron decenas de telegramas y llamadas telefónicas al Gobierno de Oriente, al Presidente de la República, al Congreso cubano y al propio Presidente de los Estados Unidos. Los mítines se efectuaban a diario en centros laborales, en plazas y en plena calle”. ([12])

La “Misión” no se limitó a socializar el peligro anexionista sobre Isla de Pinos, también fue un foro de denuncia de la amenaza que se cernía sobre la isla mayor del archipiélago cubano, porque al igual que en la segunda isla de Cuba se habían establecido ese tipo de colonias norteamericanas en Herradura, Pinar del Río, también en Omaha, en la actual provincia de las Tunas, la Gloria City, en Camagüey, y otros tantos puntos a lo largo y ancho de todo el país. En Cayo Ávalos, localizado en la costa norte de la isla de Cuba un grupo de 32 norteamericanos había iniciado, con anterioridad, la reclamación de dicho enclave como perteneciente a los Estados Unidos. ([13])

El paso de los misioneros por las ciudades y poblados del interior del país, desde Santiago de Cuba a La Habana se caracterizó por el patriotismo. En Güira de Melena homenajearon al primer alcalde pinero, Juan M. Sánchez Amat, y Valdés de la Paz destacó que este” había puesto coto a las audacias de los yanquis de Isla de Pinos cuando quisieron asaltar la Alcaldía y apoderarse del Gobierno, para enarbolar la bandera americana”.(14)

El 13 de marzo de 1925, coincidiendo con la llegada de la Misión Patriótica a La Habana, el Senado norteamericano ratifica el Tratado Hay-Quesada, que fue colateral del Tratado Permanente de 1903, y uno de los principales mecanismos de dominación neocolonial.

El resultado de la votación fue de 63 votos a favor (37 republicanos y 26 demócratas); 14 en contra (6 republicanos, 7 demócratas y 1 laborista), 19 abstenciones.

El Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano hizo al Tratado Hay-Quesada dos enmiendas:

Primera Enmienda: “Que las estipulaciones de los Tratados proclamados el 2 de julio de 1904 entre los Estados Unidos de América y la República de Cuba serán aplicables al territorio y los habitantes de Isla de Pinos”.

Segunda Enmienda: “Que el término ´otros extranjeros´ será interpretado en el sentir de significar ´extranjeros que reciben el trato más favorable bajo el gobierno de Cuba´”. (15)

Había que ceder en otros aspectos desde la posición subalterna de Cuba, pues aunque oficialmente Isla de Pinos volvió a la soberanía nacional, se mantenía vigente el resto del articulado de la Enmienda Platt. No obstante, para el representante belga en las negociaciones “primera vez que veía arrancar una pluma al águila”, cuestión que contribuyó a ver el resultado como una victoria cubana en el añejado conflicto.

La actitud seguida por Alfredo Zayas de organizar un mitin de agradecimiento a los Estados Unidos recibió un contundente rechazo de la Confederación de Estudiantes de Cuba, y de su Presidente Julio A. Mella, de la Federación Obrera de La Habana, la Agrupación Comunista de La Habana, la Asociación de Veteranos y Patriotas, y otras.

A pesar de la actitud condescendiente del presidente Alfredo Zayas con el gobierno norteamericano, y de la cautela táctica empleada por Cosme de la Torriente durante la última etapa de negociaciones, el reconocimiento de forma explícita de la cubanía de Isla de Pinos  por el Senado norteamericano también  fue resultado de la lucha de un importante movimiento cívico-nacionalista que se extendió a todo el país para evitar se reeditara lo acontecido con la base naval de Guantánamo: la ratificación ni fue una regalía yanqui, ni un trámite burocrático, sino, una causa de lucha por alcanzar la soberanía total sobre el archipiélago.

Referencias y notas:

[1] Álvarez Estévez, Rolando: Isla de Pinos y el Tratado Hay-Quesada. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1973; p.25.

2 Hevia, Aurelio: Los derechos de Cuba sobre Isla de Pinos. La Habana. Imprenta “El siglo XX”. Rep. Brasil, 1924; p. 17.

3 Ibídem.

4 Álvarez Estévez, Rolando: Ob. Cit., p. 27.

5 Álvarez Estévez, Rolando: Ob. Cit., p.32.

6 Representante por Tennessee, lugar de procedencia de Pearcy, y promotor de dos proyectos que pretendían que las propiedades de norteamericanos avecindadas en un país mediante contratos civiles de compra-venta, podrían conferirles el derecho de reclamar la nacionalización del territorio donde estaban enclavadas. No fueron aprobadas, al igual que otro que declaraba a Isla de Pinos territorio americano.

7Hevia, Aurelio: Ob.Cit., p.20.

8 La causa fue el decomiso de un embarque de tabaco por la Aduana de New York procedente de Isla de Pinos, en virtud de la Ley Dingle, por no haber sido pagados los derechos correspondientes como procedencia extranjera.

9 Después de esta sentencia los Estados Unidos comenzaron a nombrar Agentes Consulares en Isla de Pinos: entre agosto de 1910 y 1924 fueron 8 funcionarios. También Gran Bretaña tenía acreditado en 1924 un vicecónsul, y España, un vicecónsul en Batabanó con jurisdicción consular en Isla de Pinos.

10 El gobierno cubano se limitó a solicitar la expulsión de los colonos norteamericanos complotados en 1905, cuestión que fue denegada por el Departamento de Estado norteamericano. De igual forma, en el juicio iniciado por el alcalde pinero la Audiencia de La Habana, con fecha 23 de diciembre de 1905, dictó auto de sobreseimiento, devolviendo la causa al Juzgado de Nueva Gerona.

11 El 29 de noviembre de 1905, fue expulsado del territorio nacional por su probada injerencia  en acontecimientos con fines anexionistas.

12 Rodríguez Román, José Eloy: Luchas y memorias. Del Bayamo y Cuba del Ayer (1901-1958). Libro digital s/f; p. 32.

13 Hevia, Aurelio: Ob. Cit., p.38.

14 Negrín, Javier y Jorge Fernández: La masonería cubana y el Tratado Hay-Quesada, Editorial Ancora, Isla de la Juventud, 2018, p. 174.

15 Álvarez Estévez, Rolando: Ob. Cit., pp. 89-90.


Tomado de Cubadebate

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