Cuba: Una noble y generosa nación
La industria del odio vive y la alimenta del odio
En múltiples programas de bien público que transmite la televisión pinera y la TV nacional se trata con acierto el difícil tema de la envidia como un muy dañino comportamiento psico-social negativo, que añora con malignidad lograr las metas ya alcanzadas por otros y es capaz de dañar seriamente a los envidiados utilizando cualquier recurso.
Pero se nos ocurre que esos comportamientos no solo se producen entre los seres humanos organizaciones económicas y financieras entre integrantes de un colectivo laboral, pero también pueden mantener una actuación similar en el quehacer cotidiano entre las naciones, las que como los seres humanos, unas tratan de brillar opacando, sojuzgando o saqueando a otras, que por lo general son más poderosas las envidiosas.
Cabe preguntarse entonces por qué si han logrado un nivel de desarrollo determinado son capaces de mirar con malignidad hacia el lado y a cualquier precio impedir el progreso de otros.
Pongamos el cercano ejemplo de Estados Unidos y Cuba. Se me ocurre pensar que en cuanto a las relaciones entre nuestros países la envidia y odio andan de la mano, porque no es posible que la nación más poderosa del planeta sea capaz de mantener a otra, que cabe 90 veces en su territorio, bajo un férreo bloqueo que ahoga a su pueblo, daña severamente la economía e impide el acceso a insumos, tecnología y alimentos, imprescindibles para mantener su vitalidad.
En esos programas a que hacemos referencia se precisaba que no había envidia buena o mala, sino que solo había una: la envidia, y que ella nunca era buena por el que envidia es peligroso, no anhela tu felicidad, simplemente aspira a que tú seas infeliz y eso le satisface.
Hay materiales publicados que ponen en evidencia que para el envidioso es más fácil criticar que trabajar en su propia vida. No entienden que la solución no está en envidiar, sino en crear, en multiplicar el amor y la solidaridad, en saber ponerse en el zapato del otro y disfrutar la prosperidad y aciertos de sus semejantes como suyos propios, tal como ha sucedido por estos difíciles tiempos en Cuba, cuando sumida en las mayores presiones y dificultades, ha sobrevivir y desarrollarse hasta dónde ha podido con sus propias fuerzas. Es que la bendición de unos constituye una gran molestia para otros, incapaces de ver en cada uno a un amigo y sí un enemigo.
Durante más de seis décadas, el pueblo cubano ha estado sometido a una política brutal de hostilidad y agresiones de todo tipo por parte del Gobierno de Estados Unidos, cuyo propósito estratégico, incluso desde antes del triunfo de la Revolución Cubana el 1° de enero de 1959, no ha sido otro que la liquidación del proceso revolucionario en Cuba y la destrucción del sistema político, económico y social construido y desarrollado libremente por el pueblo cubano en pleno ejercicio de su soberanía y su derecho a la autodeterminación.
Para ello el Gobierno de Estados Unidos, sus principales dirigentes en 12 sucesivas administraciones presidenciales, así como miembros de la rama legislativa, funcionarios y agentes oficiales u oficiosos de dicho Gobierno, ha recurrido a todo tipo de presiones políticas, intentos de aislamiento diplomático, acciones propagandísticas, aliento a la deserción y a la emigración ilegal, espionaje, guerra económica y agresiones físicas de diversa índole, incluidas la subversión, las acciones terroristas y de sabotaje, la guerra biológica, el fomento de bandas armadas, las infiltraciones e incursiones armadas contra nuestro territorio, la organización de cientos de planes de asesinato de los principales dirigentes de la Revolución, el hostigamiento militar, la amenaza de exterminio nuclear y hasta la agresión directa por un ejército mercenario.
Esta campaña de guerra sucia contra Cuba, y sus declarados propósitos de frustrar el camino independiente del país, están documentados en pruebas irrefutables reunidas a lo largo de los años por las autoridades y los órganos de defensa y seguridad cubanos, y confirmada de manera explícita por cientos de documentos secretos norteamericanos que han ido siendo desclasificados y publicados en Estados Unidos.
Parece que como bien aseveró el politólogo argentino Atilio Borón, “Cuba es víctima de su propio éxito”. Su brillo natural, capacidad de resistencia creadora y multiplicadora de virtudes en medio de un arrastre sancionador y privativo ocasionado por el bloqueo genocida de Estados Unidos que supera las seis décadas, rompe con la capacidad de aceptación de la mayor potencia universal que en respuesta inicua despliega su potencial de odio, mentiras y satanizaciones traducidas en siniestra envidia por no brillar, y sí constituir un blanco universal de condena, porque quien cultiva tanto odio y maldad no puede recibir amor.
Muchas veces nos preguntamos ¿Qué le hecho Cuba a Estados Unidos para que la considere un peligro para su seguridad nacional, y despliegue sobre ella toda la envidia y odio posible? Lo único que ha sucedido es que este país es digno, intransigente e indoblegable, culto y laborioso, profundamente humano y solidario, bien querido por el concierto de naciones que la apoyan en su lucha contra el bloqueo en aplastante mayoría y que un día la distinguieron como “la Isla de la Libertad”.
A pesar de tanta maldad, de que la envidia y odio anden de la mano, y el odio se alimente del odio, estamos seguros de que un día, más temprano que tarde, se romperá el malvado hechizo de la envidia yanqui, y felicidad y el progreso podrán señorear en nuestra noble y generosa nación´. Está claro que el odio vive y se alimenta con odio, erradiquémoslo para que seamos más felices
La industria del odio vive del ODIO (Gerardo Hdez. Nordelo)
Fotos tomadas de la Red
Por Redacción Web