Guardiana de la memoria de la isla soñada o Jóvenes de fuego

Entre fotos en blanco y negro y libros con páginas amarillentas, María Elena Barreto González, conocida como Malena, guarda el testimonio de una Isla que cambió el nombre. El 2 de agosto es y será la fecha de despertar un sueño que no se hubiera logrado sin Fidel, que confío en la juventud.
“Nosotros no éramos solo jóvenes, éramos fuego”, dice Malena, mientras hojea las páginas de un libro que tiene fotos y recortes de periódicos con escritos de los integrantes de la Columna Agropecuaria.
En los años 67’ del siglo XX algo empezó a cambiar. Jóvenes de toda Cuba llegaron con mochilas, sueños y machetes. Venían a construir escuelas, sembrar esperanza y levantar un nuevo símbolo de futuro,
Malena formó parte de la columna agropecuaria que hizo historia en la Isla. Su testimonio es un mosaico de voces que se cruzaban en los campamentos, conocidos e imágenes que juegan en su mente con total transparencia y lucidez, a pesar de sus más de ocho décadas de vida.
“Fidel, más que un líder era una brújula, cuando hablaba de la juventud, lo hacía con una fe que nos contagiaba.”
María Elena recuerda con emoción el discurso de Raúl Roa en 1978, cuando proclamó oficialmente el nuevo nombre de la Isla. Para ella, ese momento fue como un bautizo colectivo, una consagración de todo lo que habían construido con esfuerzo y convicción.
“Él dijo que esta isla sería símbolo de lo que puede hacer la juventud revolucionaria, y nosotros lloramos porque sabíamos que lo habíamos logrado.”
“No era solo el Comandante, era el padre de nuestros sueños y siempre tuve la impresión de que nos miraba como si supiera que íbamos a cambiar el mundo".
Con los ojos llenos de brillo recuerda cómo los jóvenes construyeron carreteras, la torre de televisión en la loma, la pizzería, Coppelia, comunidades como La Victoria, Argelia, La Reforma, escuelas, y de cómo se organizaban los festivales culturales donde se mezclaban trova, poesía, teatro y alegría juvenil.
La Isla se convirtió en laboratorio de sueños.
“Fue como bautizarla con nuestra sangre; No era solo un nombre, era un concepto”.
Hoy, Malena es una especie de archivo viviente. Ella atesora diarios, cartas, grabaciones en casetes, y hasta una libreta con los detalles más mínimos de todo ese periodo de transformación de la Isla. Cada año ella organiza un encuentro en su terraza, donde los jóvenes actuales escuchan las historias de integrantes de la columna agropecuaria que vinieron a reconstruir la Isla.
“No quiero que se olviden que esta Isla no se hizo sola, se edificó con manos jóvenes, con errores, sí, pero también con amor.” dice María Elena.
Entonces le pregunto:
¿Qué significa para usted la Isla de la Juventud?,
—Es el lugar donde aprendí que la juventud no es una edad, es una actitud, aquí se sembró futuro.
¿Qué le diría a los jóvenes de hoy?
—Que no esperen a que les digan qué hacer. Que sueñen, y lo construyan a diario porque en la Isla se confía en los jóvenes, así que aporten lo mejor de ustedes desde estos tiempos difíciles en los que han demostrado que ponen en alto a la Revolución. También les diría que se apoyen en la historia de quienes vivimos la transformación de este amado terruño".
¿Y su legado?
—Mi legado es la memoria, si alguien recuerda lo que hicimos, entonces no fue en vano.
Texto y fotos Dianelys Labrador