La Isla de las Luces

Contaba con 17 años cuando decidí vivir durante un tiempo en uno de los montes más grandes del país. Allí pude ver durante las noches como algunos pedazos de palos, casi podridos por el efecto de la humedad y el tiempo, proyectaban una luz fosforescente, que al tomarlos pasaba a mis manos por un corto tiempo. También pude observar luces movibles que aparecían y al rato desaparecían.
Al pasar el tiempo e intercambiar con viejos pineros, asentados en distintos lugares de esta Isla, me han relatado sobre sus observaciones en este tipo de luces aparecidas, comprobando como han pasado a la historia como mitos y leyendas y que hoy forman parte de la tradición oral de este pueblo, motivando a Filiberto Ramírez Corría, poner por nombre a su libro sobre la ínsula, Excerta de una Isla Mágica.
Han quedado en mi memoria las anécdotas que en algún momento me hiciera, el ya fallecido Pedro Blanco, residente en La Tumbita.
Una de ellas dice que al salir de Santa Fe, después de terminar una fiesta, para regresar a su casa y haber avanzado durante algún rato, por el camino rodeado de bosques, se le apareció una luz tan grande que lo iluminó todo, ella casi montada detrás en el anca de su caballo, lo acompañó hasta llegar a su casa y allí desapareció.

Otro cuento interesante es el del cocuyo más grande del mundo. Según decía fue en Carapachibey.
La gente veía la luz todas las tardes, posada en una mata. Un señor mayor trató de atraparla, cuando descubrió al gran insecto, pero para él lo más asombroso fue cuando al volar no lo hizo para el monte, sino para el centro del mar. El valor del conocido señor desaparecía y fue famosa su carrera.
La Luz de El Abra, es otra conocida por los que viven en la zona, según dicen sale por la derecha y se pierde por la izquierda de aquel logar de la Sierra de Casas.
Leopoldo Adela, fue otro de los observadores de luces. Un día se levantó a las tres de la mañana para agarrar un pollo de su propiedad, y en ese momento de la parte trasera de la casa salió una luz que le pasó por encima de su cabeza y se posó en el mismo lugar donde se encontraba el ave a capturar, y de momento se elevó de nuevo y desapareció en el mismo lugar donde apareció.

En La Tumbita, Siguanea, Cayo Piedra, a la entrada de la costa Sur, Carapachibey, Cocodrilo, Hato Millian y en cuanta loma, monte o río que existe en esta isla, alguien ha visto alguna luz. Muchos de quienes lo cuentan dicen que están relacionadas con los enterramientos de tesoros de los piratas, tal como lo contó Ramón Rodríguez, cuando fueron a Las Casimbas a buscar uno de esos botines famosos. Eran seis personas y cuando cavaban aparecía una luz y uno de ellos hablaba con ella, pero no se conoce aún el final de la historia. El profesor de Química, Manuel Díaz Cribeiro, explicaba en una ocasión sobre este fenómeno, al cual llaman fuego fatuo. Este se produce cuando la materia orgánica se descompone, en lugares húmedos y generalmente durante la noche es que se puede observar. De ésta descomposición se desprenden gases, uno es la fosfonina, que se inflama espontáneamente al hacer contacto con el aire y como gas suele no verse y su luz desaparece de la misma forma natural de su aparición.

Datos tomados de un trabajo inédito del investigador Juan Colina La Rosa).
n. Por: Lic. Guillermo F. Maquintoche Vázquez.
Fotos: archivo personal