Montané fue el intrépido y fiel hijo de esta Isla que se proyectó con una visión nacional y cosmopolita en relación con su filiación a las causas justas, a la independencia nacional y a la Revolución que necesitaba Cuba para salir de la ignominia a la que había estado sometida por más de medio siglo.
Fue así que en su propia Isla se incorporó a las luchas populares y sindicales en la década del cuarenta en contra de los gobiernos de turno. En ese andar se traslada a La Habana en 1943 y tres años después fue detenido por el Buró de Represión de Actividades Comunistas, conocido por el BRAC. Ya estaba fichado y decidido a emprender la batalla junto a los jóvenes de pensamiento más avanzado en esos años.
Es entonces que al ocurrir el 10 de marzo de 1952 el golpe de estado de Fulgencio Batista, patentizó su repulsa contra ese vandálico e inconstitucional hecho, y algunos días después, en unión de Abel Santamaría, comienza a participar en acciones encaminadas a denunciar y combatir al régimen dictatorial.
Narraba la periodista del Moncada Martha Rojas en uno de sus artículos: “Le escuché contar a Montané, después del Moncada, que él y Abel acostumbraban ir a un bar-café que se llamaba "Detroit", cerca del trabajo, en la calle Humboldt, para hablar de política, y que el 10 de marzo de allí se dirigieron a la Universidad esperando que aparecieran armas para combatir el "madrugonazo", pero se sintieron frustrados porque no aparecieron. Las reuniones comenzaron a tener un nuevo cariz. Pronto se unieron otros amigos como Raúl Gómez García, de un grupo de ortodoxos de Santos Suárez y el primer paso que dieron fue sacar un periódico clandestino de una hoja, en un viejo mimeógrafo. Lo titularon “Son los mismos”. Este salió en la primera quincena de abril de 1952 por tres ocasiones, a lo sumo, hasta que hicieron contacto con Fidel”.
Es así que Montané se convierte en uno de los gestores de la primera publicación revolucionaria de esa época, colaborando además, con la edición de ese boletín clandestino que resultó ser “Son los mismos”, dedicado a denunciar a los golpistas cuya primera edición, confeccionada junto con Jesús Montané, fue de 500 ejemplares. En la clandestina labor colaboraron Melba Hernández, Haydée Santamaría, Elda Pérez y Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, incorporado posteriormente. Raúl Gómez García firmaba sus artículos con el seudónimo de “El Ciudadano”, mientras Montané lo hacía con el de “Canino”, en la sección Incisivas; y Abel, como “El Bichote”, en Puntillitas.
Eran esas las acciones que desarrollaba la vanguardia juvenil cubana de los 50’, que comprendió desde los inicios la necesidad del cambio del orden existente por la vía revolucionaria y para ello debían tener en primera instancia, un sostén ideológico que iniciase el combate a pensamiento, y abrirle paso a la acción con “Son los Mismos”.
Daily Sánchez Lemus, Directora de la Oficina de Historia de la Presidencia de la República explica que “en un cuartico que quedaba al fondo de su casa, en la calle Juan Bruno Zayas, entre General Lee y Lacret, Raúl Gómez García comienza a escribir una serie de artículos —que los llamaba ‘manifiestos’— dirigidos al pueblo de Cuba, en nombre de un grupo de jóvenes ortodoxos como él. Se titulaban ‘Son los Mismos’, y en ellos denunciaba al régimen impuesto por Batista”.
Y es entonces que deciden titular a sus manifiestos, hasta que dure la lucha contra estos detentadores del poder, “Son los mismos”, porque está referido a todos los opresores, entreguistas, corruptos gobernantes y sus secuaces, que aborrecen la patria y se entregan por migajas contra el pueblo.
La publicación constituyó un eje importante para fortalecer el vínculo del joven Montané con las principales figuras del movimiento revolucionario nacional, y en mayo de 1952, durante un acto que se realiza en la necrópolis de Colón, en La Habana frente a la tumba de Carlos Rodríguez, es Montané quien propicia que se conozcan Fidel Castroy Abel Santamaría y a partir de entonces colabora en forma activa en la organización del Movimiento revolucionario que se empieza a gestar para llevar adelante la lucha contra la dictadura batistiana. Ese importante encuentro definiría el rumbo de la lucha y hasta de la vida de muchas personas: Abel Santamaría Cuadrado y Fidel Castro Ruz.
Es Fidel cuando conoció la idea de “Son los Mismos”, el que se entusiasmó con la publicación, pero a la vez consideraba que debía tener un nombre mucho más combativo, que sirviera como convocatoria y acción, y es que surge “El Acusador”. Su propuesta fue aceptada, pero durante dos meses ambos salían porque, según testimonio del propio Montané, publicado en la revista Bohemia en abril de 1999, sus fundadores no lograban “entender la necesidad de concentrar los esfuerzos en una sola publicación, y continuaron editándolo por su cuenta”.
Su primer número, vio la luz el 1.º junio: “Para acusar: A los ladrones del tesoro, a los asesinos del pueblo, a los que hambrean y esquilman a los niños pobres cubanos, a los que atropellan a gente indefensa, a los que traicionan y manchan la República”, con Raúl Gómez García como director y Fidel, como orientador ideológico.
Fidel dejó su huella en “El Acusador”, principalmente en los artículos “Yo acuso” y “Recuento Crítico del PPC”, (Partido del Pueblo Cubano, Ortosoxo) y en este último criticaba las pugnas surgidas en ese partido tras la desaparición física de su líder Chibás, en el que con toda energía precisó:
“El momento es revolucionario y no político. La política es la consagración del oportunismo, de los que tienen medios y recursos. La revolución abre paso al mérito verdadero, a los que tienen valor e ideal sincero, a los que exponen el pecho descubierto y toman de la mano el estandarte. A un partido revolucionario debe corresponder una dirigencia revolucionaria y de origen popular que salve a Cuba”.
A ese grupo del pueblo joven insurrecto para salvar a Cuba se incorporó Montané, que mucho entregó a la obra revolucionaria desde su gestación como miembro de la dirección del Movimiento 26 de Julio, núcleo gestor del rumbo de la Generación del Centenario del natalicio del Apóstol que como parte de ella asaltó al Cuartel Moncada en 1953, guardó prisión en el Presidio Modelo, realizó labor encubierta en el exilio, regresó en el Granma, y contribuyó a abrir el camino desde la Sierra y la clandestinidad para alcanzar la independencia definitiva de Cuba el 1ro. de enero de 1959, y los años que siguieron en el proceso de construcción del socialismo hasta su deceso el 7 de mayo de 1999. Ese es Jesús Montané, “un hombre bueno”, tal como lo calificara Armando Hart en su despedida de duelo.
Documental Jesús Montané Oropesa
Por: Sergio I. Rivero Carrasco