París, día 4: El rey del Roland Garros dice adiós... pero le queda una carta
Los sorteos en los Juegos Olímpicos muchas veces adelantan los mejores partidos, los duelos más esperados, las emociones que desearíamos ver en una final. Así ocurrió este lunes con el tenis, cuando dos grandes de este deporte en el mundo, el español Rafael Nadal y el serbio Novak Djokovic, se enfrentaron en la primera ronda, octavos de final. ¡Y cayó el rey del Roland Garros 6-1 y 6-4!
Por supuesto, todo lo que rodeaba el enfrentamiento llevó a la sede de uno de los Grand Slam más codiciados del mundo a miles de seguidores. El español Nadal es el único que ha ganado 14 veces ¡14 copas! en esa superficie de tierra batida o polvo de ladrillo, más lenta que la yerba verde. Su rival es otro fuera de serie, porque acumula más títulos de Grand Slam que nadie en la historia (24), aunque solo tres de ellos en el Roland Garros.
La primera manga fue un clásico paseo para el serbio, que parecía no hacer caso a los 30 grados de temperatura que se vivía en el estadio Philippe Chatrier. Una y otra vez lo molestó con sus golpes de reversa o con ese incómodo saque, al que el español de 38 años respondió siempre, pero más lento y menos fuerte que lo habitual. Se sentía sobre la cancha el silencio de siempre, pero cuando llegaban los puntos, la sonrisa de Djokovic era más amplia, más feliz, más plena.
El segundo parcial tuvo más movimiento. Nadal, a ratos, parecía el mismo ídolo de siempre para el público francés, quien coreaba en los momentos culminantes: RA-FA, RA-FA, RA-FA. Y el mallorquín se movía con esa agilidad en la profundidad y atacaba la net como un bólido inteligente. Sin embargo, el serbio no se desesperó y resistió como lo que es: otro jerarca del tenis mundial. Con el punto final se volvieron a saludar, a abrazar, y Nadal se quitó su tradicional cinta del pelo con rabia e impotencia, pero con la certeza de una derrota fiel.
“Simple, fue un jugador mucho mejor que el otro. No fui capaz de jugar al nivel que necesitaba para crearle problemas. Él tampoco me regaló prácticamente nada. Estuvo inspirado durante mucho rato. No tuve la calidad de bola continuada como para crearle problemas. Tampoco tengo las piernas de hace 15 años”, fueron las declaraciones del ibérico en la zona mixta.
Con la mayor cortesía del mundo señaló el vencedor: “Nadal es el rey de esta superficie y lo ha demostrado. Solo tuve un buen día y aproveché cada error suyo. Había mucho interés por este partido. La gente quería verlo en vivo. La gente quería verlo por televisión. Estoy orgulloso de haber sido parte de este partido”.
Así son los olímpicos. La noticia del 29 de julio se la robaron y ganaron estos tenistas en los principales medios acreditados. Para Cuba resultó una jornada de poca acción, con el boxeador Erislandy Álvarez (63.5 kg) como el más feliz con su segunda victoria. Quedan días y crónicas por contar, pero esta historia era de las imprescindibles. ¡Cayó un rey! Tomará impulso y volverá pronto por su tercera corona olímpica (suma una individual en el 2008 y otra en dobles en 2016) junto Carlos Alcaraz en el doble.
(Tomado de Cubadebate)