mayo 21, 2025 ¿Quienes somos?

Renovación de tarjeta desde Transfermóvil: ¿Progreso tecnológico o nuevos obstáculos?

La noticia llegó como un alivio, después de más de una década de fiel servicio, mi vieja tarjeta magnética —testigo de incontables transacciones e incluso improvisado cubierto en algún campismo veraniego— podía ser renovada. El proceso, según la recomendación publicada en Cubadebate, parecía sencillo: una aplicación rápida, un mensaje confirmando la cancelación de la antigua y la indicación de fecha y sucursal para retirar la nueva. Todo fluyó sin problemas... hasta que la realidad bancaria se impuso.

El primer inconveniente surgió de inmediato: sin tarjeta nueva en mano, la cancelación de la anterior me dejó en un limbo financiero. No podía recibir ninguna transferencia a mi cuenta. ¿Cómo es posible que se anule un medio de pago sin garantizar su reemplazo inmediato? Las transferencias se bloquearon y, para colmo, el plazo de entrega se extendió 10 días.

¿Por qué los clientes deben sufrir interrupciones en sus operaciones financieras por errores de planificación? Una medida que, lejos de facilitar, restringe los derechos de los clientes del Banco Metropolitano en la capital.

El 19 de mayo, al amanecer, me presenté en la sucursal de Santiago de las Vegas con la esperanza de resolver el entuerto. La respuesta, tristemente habitual en estos tiempos, fue un rotundo: “No hay conexión con el servidor”.

—¿Y qué tiene que ver la conexión con entregar una tarjeta que, supuestamente, ya está impresa y guardada en algún cajón? —pregunté, tratando de entender la lógica.

El portero, con gesto ambiguo, me explicó que “el sistema” no les permitía revisar sin conexión. ¿Acaso las tarjetas no están previamente ordenadas por nombres o números de cuenta? La respuesta fue un vago “vuelva en hora y media”.
Afortunadamente, al regresar, el plástico estaba allí. Transfermóvil funcionó, sí, y el banco qué? ¿y mi tiempo? ¿Y el estrés innecesario?

No todos los clientes tuvieron la misma suerte. Mientras en mi caso, tras dos visitas y el clásico “date una vuelta y regrese después”, al menos felizmente se encontraba, otros usuarios se enfrentaron a un escenario más frustrante: las tarjetas simplemente no estaban impresas o peor, fueron ubicadas por REDSA( entidad encargada de la producción y distribución de las tarjetas magnéticas) en otras sucursales de la ciudad, aún cuando fueron solicitadas por Transfermóvil para ser recogidas en esa localidad de Boyeros.

Mientras en el país se estimula el proceso de bancarización, en ocasiones, los usuarios enfrentamos un laberinto de demoras y justificaciones. La tecnología debería agilizar, no entorpecer. Si el sistema es capaz de cancelar una tarjeta en segundos, ¿por qué no puede entregar la nueva con igual rapidez?, o al menos, no cancelar la anterior hasta no entregar la nueva tarjeta magnética.

La experiencia, más que una solución, se convirtió en un recordatorio de que, si no se integran correctamente todos los implicados en un proceso hasta los avances tecnológicos llegan con pies de barro.

No se trata de negar los esfuerzos por modernizar la banca cubana. Pero si los cambios no mejoran realmente la experiencia del usuario, ¿de qué sirven? La digitalización no puede ser solo una fachada: debe traer consigo agilidad, transparencia y respeto al tiempo de las personas.

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Tomado de Cubadebate

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