El episodio más reciente en la conducta ruin de los políticos anticubanos

Los congresistas anticubanos Mario Díaz Balart y María Elvira Salazar. Foto: Archivo / Tomada de transmisión en video

La coerción política o económica es práctica común en los Estados Unidos, que se ha agravado en tiempos recientes. Los políticos anticubanos en ese país son activistas entusiastas de la práctica y la acompañan con el oportunismo traicionero contra los migrantes de origen cubano.

Resulta que estos políticos, no solo permanecen pasivos frente a las amenazas de deportación de decenas de miles de cubanos e incluso son cómplices de tal política, sino que ahora también manipulan a esos ciudadanos con fines groseramente oportunistas. La versión más reciente es incitar a quienes tiene estatus migratorio de I220-A o I220 B a manifestarse rabiosamente agresivos contra Cuba como vía para salvarse de la temida deportación.

O sea, sin garantía alguna de resolver o proponerse resolver el dilema de estos inmigrantes, los congresistas anticubanos que no han hecho nada por ellos los estimulan a asumir un perfil político visible como condición para quedar indultados. Así, ha surgido un grupito que se autodefine como “I220-A anticomunistas”, cuya aspiración es acumular avales que les permitan librar de la expulsión.

Se trata de un artificio desalmado de parte de quienes son cómplices del propósito cruel de deportar a decenas de miles o incluso cientos de miles de personas que llegaron y se han asentado en los Estados Unidos como fruto de las políticas que durante años ha adoptado ese país.

Se conoce que el bloqueo económico y sus consecuencias sobre el nivel de vida de la población cubana empujan a una parte de esa población a emigrar. Se conoce también que, durante décadas, esos cubanos han materializado esa decisión de emigrar con rumbo a los Estados Unidos, justamente porque ese gobierno ha mantenido una política selectiva de privilegiar la entrada y el asentamiento de cubanos, incluyendo un rápido otorgamiento de la condición de residencia, con independencia de cómo hayan llegado a la frontera terrestre o marítima.

Se trata de los mismos políticos que lanzan y difunden amenazas de deportación contra los cubanos que desde Estados Unidos viajan a Cuba a visitar familiares, entrar en contacto con allegados, explorar una oportunidad de negocios o simplemente deambular por su país de origen. Hacerlo no es, ni puede considerarse un crimen. Atacar a estos cubanos por responder a un instinto humano es especialmente ruin de parte de quienes han hecho carrera política alegando defender los intereses de los cubanos.

Tomado de Cubadebate


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