María, una inspiración pinera

María Ramírez Anache es alma constructora desde lo alto de la grúa, con toronjas en bolsos o machete en mano en varias zafras del pueblo. Por eso brilla en su pecho la estrella que la honra con el Título Honorífico de Heroína del Trabajo de la República de Cuba.
Desde muy pequeña aprendió los duros oficios del campo: recoger café, ordeñar vacas, criar cerdos, alimentar gallinas y guataquear sembrados de viandas, hortalizas y frutales. Su menuda pero fuerte consistencia la hizo capaz de todo.
La Campaña de Alfabetización le abrió las puertas al conocimiento y le permitió continuar estudios hasta completar la educación media en escuelas rurales.
En 1971 llegó con su esposo a la Isla y se incorporó a la Columna Juvenil del Centenario. Al llamado de Fidel se sumó a la planta de prefabricados, donde dominó diversas especialidades: ensambladora, cabillera y punteadora eléctrica. Más tarde se convirtió en operadora de grúa, puesto al que dedicó 40 años de su vida hasta la jubilación, acumulando infinitos lauros.
María no fue solo constructora. Participó en varias zafras citrícolas, fue fundadora y líder del Batallón Lázaro Peña, y como buena cubana aportó también en zafras azucareras en el central Héctor Molina.
El Periódico Victoria la definió como “Heroína de todos los tiempos”, porque su vida está escrita con el ejemplo y pasión de quien se edificó con la Revolución, con entrega y constancia. Es símbolo de la fortaleza que Fidel construyó para la mujer cubana, recordando sus palabras: “La mujer cubana ha demostrado que es capaz de hacer todo lo que el hombre hace, y más aún, hacerlo mejor”.
Foto: Tomada de la red
Texto: Ana Verdecia
