Che, inspiración permanente

Como un gran paradigma y guía de millones de revolucionarios transformadores y altivos en el mundo, el Che no se nos presenta como un mito, una imagen, una consigna; su valía radica en que logró ser ese ideal de hombre y revolucionario de carne y hueso presente en todos los tiempos sin perder las más hermosas esencias del ser humano. Si observamos con detenimiento las imágenes publicadas junto a sus hijos, podemos apreciar el derroche de ternura y amor que desprende su mirada en armonía recíproca con sus bisoños.
Ernesto Guevara, sencillamente el Che para millones de personas de todas las latitudes, es uno de esos ideales surgidos desde una realidad histórica concreta, que rebasó con su tiempo y está fuera de cualquier encasillamiento o dogma. Desde los primeros años de la década del 50 del pasado siglo, cuando comenzó a tallar su nombre en el imaginario latinoamericano, caribeño y tercermundista en general, a partir de la coherencia ejemplar entre su ideario y real comportamiento, se forjó un hombre que supo ser consecuente con sus principios y actuar en correspondencia con ellos.

Ese hombre de carne y hueso, con más virtudes que defectos, con penas y alegrías, un altísimo concepto del amor por la familia, del sentido del deber, la disciplina y la libertad, rebozado de sentir por el prójimo, es el que alimenta el sentimiento de los cubanos, de cada joven y especialmente los niños, que cada ocho de octubre, como hermoso homenaje, reciben la pañoleta que los distingue como integrantes de la Organización de Pioneros José Martí, y con el brazo en alto en marcial saludo, lanzan su consigna de honor: “Pioneros por el Comunismo, ¡Seremos como el Che!”

Desde muy joven aprendimos a amar al Che; los de nuestra generación, ya estudiantes universitarios entonces, tratábamos de superarnos para alcanzar las cualidades que él consideraba debía tener el “hombre del Siglo XXI” al que aspirábamos, ese que se entregaba cada día a su labor cumpliendo sencillamente con el deber, Jóvenes con valores patrióticos, sentimientos de amor por los demás seres humanos, capaces de compartir lo poco que teníamos sin interés alguno, o sencillamente entregarlo por la satisfacción de haber hecho algo útil prodigando alegría y bienestar.
Ese es nuestro Che, y nos complace tener total coincidencia con la dedicatoria que hiciera hoy en la red social X ese joven eterno que es el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, cuando decía del Guerrillero Heroico en ocasión de este 8 de octubre: “Cuando cayó en Bolivia, #CheGuevara tenía 39 años y una disposición infinita al combate por la emancipación humana que, 57 años después, sigue librando como inspiración permanente de todos los que luchan #HastaLaVictoriaSiempre”.
Fidel y la carta del Che
Por Redacción Web
Fotos tomadas de la red