Distinguidas cultoras de la vida
"Esta mujer cubana, tan bella, tan heroica,
tan abnegada, flor para amar, estrella para
mirar, coraza para resistir".
José Martí
Esa es una de las consideraciones que sobre la mujer nos dejara el Héroe Nacional José Martí, que con su vasta sabiduría expresó muy justas valoraciones sobre la mujer cubana de forma muy particular, aunque en ello incorporaba el principio ético que determinaba la consideración a la mujer en su desempeño personal, social, económico y político.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no será como otros. Hoy se clausura su XI Congreso que le ha dado más voz protagonismo y presencia en las decisiones Cuba en estos tiempos difíciles, los que solo con su presencia son capaces de sentirse y que la sintamos como iguales, sin menosprecio, maltrato o agresión; que compartamos las labores sin considerarlas “ayuda” y sí obligación, corresponder al esfuerzo y el protagonismo que han mantenido en el hogar sin dejar de abrazar las más disímiles tareas que la Revolución pone en sus manos y las desempeñan a la par o mejor que los hombres.
Son ustedes nuestras fieles y eternas enamoradas que hacen feliz la convivencia y estabilidad de la familia que integran en los centros laborales y educacionales, esas que no entienden de distancias ni fronteras; se alimentan en cada momento con la savia del espíritu, de la añoranza, la tristeza y también de la constancia, de los momentos felices y la alegría para sentir el placer de compartir juntos la cotidiana noble y hermosa labor.
De la mujer cubana nuestro Héroe Nacional José Martí expresó con todo el caudal humano que lo acompañó siempre y que la vida, con su paso cadencioso e inteligente, se ha encargado de demostrar su vigencia cuando nos dijo que "toda la Patria está en la mujer: si ella falla morimos: si ella nos es leal, somos”.
La fuerte batalla librada por la Revolución ha hecho posible que cada vez la mujer alcance en Cuba todos los derechos y la prominencia en los procesos sociales, económicos y políticos de la nación; no obstante, para que nos acompañen a la par en esa batalla es imprescindible enfrentar las desigualdades que aún persisten para el acceso a puestos de trabajos específicos, a la tolerancia y protección durante el embarazo según lo legislado, el enfrentamiento al acoso y la violencia femenina, todos posibles de extirpar del contexto social, con una acción más coherente y decisiva de todos los factores de la sociedad.
Pero “La mujer es una revolución dentro de la Revolución”, sentenció Fidel, y un caudal de consagradas féminas a lo largo de la historia patria, se entregaron a la lucha junto a los hombres y, como parte de los ejércitos y organizaciones libertadoras que hicieron posible la independencia de Cuba, a la vez que continúan como fuerza determinante de la sociedad en su desarrollo hasta nuestros días, por lo que representan más del 60 por ciento de los graduados universitarios, altos porcientos de ellas ocupan cargos de dirección y se sitúa tal como prefiere en el contexto de la sociedad, con prominencia en sectores como la Salud, Educación, Cultura, Ciencia , entre otras.
Fidel, también con su amplia visión más actual de la vida y promotor paradigmático de la libertad de las féminas, hizo excelentes reflexiones acerca del papel que ellas desempeñan en la sociedad y las consideraciones que se les debía tener cuando expresó: "Y la naturaleza hizo a la mujer más débil físicamente, pero no la hizo inferior al hombre moralmente e intelectualmente (...) La mujer es el taller natural donde se forja la vida. Son por excelencia creadoras del ser humano, (…) es justo que a la mujer se le tenga en la sociedad el respeto que merece y todas las consideraciones que merece."
Por esa grandeza y protagonismo, por la sencillez, integridad y alegría que las mujeres cubanas llevan en sí, deben recibir cada día, el cariño, la consideración y alta estima del pueblo, consciente de que sin ellas, nada sería posible en este mundo porque son las distinguidas cultoras de la vida.
¡Gracias, Mujeres cubanas!
Por Sergio I. Rivero Carrasco