diciembre 4, 2024 ¿Quienes somos?

El Maestro multiplicado en saberes

Desde los albores de 1961 la naciente Revolución triunfante en Cuba se había propuesto emprender la educación de los millones de cubanos carentes del derecho insustituible de leer y escribir y para ello decidió llevar a cabo la Campaña de Alfabetización, uno de los acontecimientos más revolucionarios de la historia cultural latinoamericana contemporánea. 

Al llamado de Fidel fueron más de 100 mil jóvenes, hijos de decenas de miles de familias, la inmensa mayoría, hijos de la clase obrera, los que dieron su paso al frente para emprender esa noble obra humana que ocupó llanos y montañas, ciudades y pueblos, y también los corazones de las personas que los hacían partes de sus familias brindándoles su hogar. Entre esos valerosos bisoños que se encontraba el bisoño villaclareño Manuel Ascunce Domenech, quien en realidad era apenas un niño, al decir de Fidel, que no vaciló en separarse de su hogar para marchar a donde fuera necesario, cumpliendo con ese deseo el 23 de marzo de 1961.

Fue designado primero a Limones de Cantero en el municipio Trinidad y al enfermarse tuvo que viajar a La Habana. Posteriormente se reincorpora y llega a la casa de Pedro Lantigua y Mariana de la Viña ubicada en la finca Palmarito en el barrio de Río Ay, también en Limones de Cantero en el mismo municipio. Zona cafetalera de difícil acceso, que había sido intervenida unos meses antes.

El Terrorismo de Estado como práctica común del gobierno yanqui contra nuestro país con el obcecado interés de destruir la Revolución, intensificaba las acciones encubiertas e impunes contra nuestro país. Era esa una época muy convulsa en que las bandas contrarrevolucionarias operaban en la zona central del país pagadas por el imperialismo y sus lacayos. Eran vándalos sin escrúpulos que asesinaban, quemaban viviendas y cañaverales e impedían a cualquier costo el avance de la Revolución naciente y su objetivo de liberar a nuestro pueblo del analfabetismo y consolidar la Reforma Agraria. Por esa razón se orientó evacuar los brigadistas de la zona, a lo cual se negó Manuel Ascunce insistiendo en mantenerse en su puesto acompañando a su alumno Pedro Lantigua, a quien ya consideraba como otro padre, por lo cual siempre estuvo a su lado en  la defensa y custodia de la casa, de la familia, y los intereses de la Revolución.

El hecho no se hizo esperar y el fatídico domingo 26 de noviembre de 1961 en horas de la tarde, en momentos en que Mariana, la esposa de Lantigua, repartía el acostumbrado café en la casa, fueron sorprendidos por los bandidos disfrazados de milicianos, y aunque ella quiso hacer pasar a Manuel como uno de sus hijos, a una pregunta de los malandrines de quién era el maestro, Ascunce respondió fuertemente: “¡Yo soy el maestro!”.

Esa respuesta fue suficiente para que cayeran sobre él con brutal fuerza de la manera más cobarde arrastrándolo hasta un árbol junto a Pedro Lantigua donde fueron ahorcados con alambre de la manera más brutal y sanguinaria. Ya han pasado 62 años de aquel triste día de noviembre, cuando el dolor se apoderó del lomerío trinitario y la sangre se convirtió en escuela para el futuro de la Patria. Allí en Limones de Cantero perdura la inocencia de Manuel Ascunce y el ejemplo de Pedro Lantigua, donde aquel erguido árbol conserva aún las marcas del crimen y en el aire queda el eco de una sentencia que jamás morirá: “¡Yo soy el Maestro!”.

Habían asesinado a un muy joven maestro junto a su alumno, pero no pudieron matar la alfabetización. El 22 de diciembre de ese mismo año en la Plaza de la Revolución, entre miles de grandes lápices, imágenes de Conrado Benítez y Manuel Ascunce, junto a banderas cubanas, cartillas, manuales, faroles y sonrisas de los jóvenes, Fidel anunciaba que Cuba era el primer Territorio Libre de Analfabetismo en América Latina. ¡Se había ganado la batalla!

En 1972, ante la necesidad de formar maestros para incentivar la formación de profesores que garantizaran la continuidad de estudios de la gigantesca matrícula que por entonces concluía la enseñanza primaria, unido al fomento de un amplio plan de escuelas en el campo, se crea el Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, integrado por jóvenes egresados de décimo grado que se formarían también en las propias Escuelas Secundarias Básicas en el Campo (ESBEC), basados en el principio martiano de la vinculación del estudio con el trabajo, que en ellos consistía en simultanear su labor docente en las escuelas con el aprendizaje en las filiales pedagógicas existentes en el país.

La Isla de la Juventud, territorio convertido en laboratorio educacional cubano de la Revolución, fue testigo de ese hermoso programa irradiado en las 61 escuelas secundarias básicas en el campo que florecieron aquí, imprimiéndole además, un sello distintivo por el alcance internacionalista a la labor desplegada por los más de mil integrantes del Destacamento Pedagógico. Así, el joven Manuel Ascunce fue el Maestro multiplicado en saberes, y su siembra eterna irradió la luz del conocimiento a millones de muchachas y muchachos de diferentes latitudes en un programa único de Educación Internacionalista desarrollado aquí que abrazó a tres continentes.

Cuba- 60 años del asesinato de MANUEL Ascunce y Pedro Lantigua por bandas contrarrevolucionarias.


Texto y Fotocomposición Sergio I. Rivero Carrasco

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