El orgullo mayor del sacerdote Comandante
Fue el 27 de febrero de 1954, hace hoy 66 años, cuando este territorio insular cubano tuvo el orgullo de recibir en la parroquia de Nueva Gerona “Nuestra Señora de los Dolores y San Nicolás de Bari”, al cura párroco Guillermo Sardiñas Menéndez, llegado aquí con el propósito de comenzar a oficiar en ella.
Por su origen en una familia humilde, amante ferviente del pueblo y de las causas justas, hizo que muy rápido se identificara con los revolucionarios pineros, y al constituirse las primeras células del Movimiento 26 de Julio, fuera captado por Magaly Montané Oropesa para integrar la organización clandestina.
Durante estos años, cuando más se necesitaba en la Isla por su prédica constante desde el púlpito para condenar a la tiranía, decide incorporarse a la Sierra Maestra junto a Fidel en la Columna No. 1, desempeñándose durante 18 meses en la vida guerrillera hasta el triunfo definitivo de la lucha como capellán del Ejército Rebelde, oficiando misas, abriendo escuelas, relacionándose con los campesinos a los que transmitía optimismo, la prédica de la justeza de la lucha y la necesidad de apoyarla por la emancipación de Cuba.
Muchos han contado que nunca combatió con el fusil, por lo que fue muy difícil su vida de campaña, por sus mínimas condiciones físicas para una existencia frágil en tan rústicos sitios, a lo que se suman las privaciones, las intensas y difíciles marchas y contramarchas a que obligaban a desarrollar la guerra de guerrillas, pero con gran voluntad y espíritu pudo fortalecer su cuerpo frene al frío, al calor y la lluvia.
Poseía el Padre Guillermo un alto grado de positivismo y optimismo, razón por los que sus compañeros de lucha han expresado que cuando surgía un problema, en su conciencia no había excusa para la duda o voluntad para su solución; solo su presencia tranquilizaba, y las complicaciones se hacían más pequeñas con su apoyo.
El cura guerrillero tuvo tiempo para todo, en la Sierra realizó labores de alfabetización a los campesinos y a los miembros de la guerrilla, oficiaba misas, realizaba casamientos, bautizos, entregaba la Fe con amor, lo cual infiere que pudo practicar plenamente el Evangelio sin dejar de cooperar en otras tareas que le asignaban, sin renunciar a sus principios religiosos por simpatizar con la Revolución.
Cuando se produce el triunfo revolucionario el Primero de Enero de 1959, sus lágrimas afloraron en señal de la gran satisfacción y amor que sentía por la naciente Revolución. Así bajó con sus grados de Comandante ganados en el fragor de la guerrilla y se reincorporó al trabajo eclesiástico oficiando en la iglesia del Cristo Rey, en Municipio Plaza de la Revolución, La Habana. Labor que desarrolló con intensidad hasta su muerte cuatro años más tarde el 21 de diciembre de 1964, muy joven aún, al cumplir 48 años.
A través de sus biógrafos conocemos el alcance universal de su labor integral en la guerrilla y el pensamiento liberador que practicó en su oficio religioso: “El sacerdote comandante, se adelantó a su época, ya que sin saberlo, fue precursor de una corriente social humanista no solo en América Latina conocida como ‘Teología de la Liberación’; además, sin pretenderlo, se convirtió en el eslabón entre el cura Hidalgo y el sacerdote Camilo Torres. También, fue faro y luz para otros sacerdotes de la transición española”.
Años más tarde Fidel, al valorar la importancia de la labor realizada por el Padre Sardiñas, le expresó al dominico Frei Betto: "Se le dio el título de Comandante en reconocimiento a su jerarquía y sus méritos. Cuando la reacción y el imperialismo trataron de utilizar la religión en contra de la Revolución, apoyó la expulsión de los sacerdotes que participaron en actividades provocativas y contrarrevolucionarias. El padre Sardiñas vistió hasta sus últimos días, una sotana verde olivo con los grados de comandante diseñada para él por Camilo Cienfuegos”.
El orgullo mayor que tuvo en vida el Padre Guillermo Sardíñas en su carrera sacerdotal, fue precisamente ser el primero y único sacerdote en vestir la sotana verde olivo al sumarse al grupo guerrillero y alcanzar los grados de Comandante Guerrillero.
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Fidel en la Sierra Maestra
Por: Sergio I. Rivero Carrasco