Huelga General Revolucionaria por Cuba
En otras ocasiones he tomado este tema para exponer mis recuerdos de entonces, de lo vivido siendo apenas un niño próximo a cumplir los seis años, con una impresión tan fuerte que, 66 años después, puedo describirla. Claro que en esos momentos no me podía explicar el origen de aquel tormento con el tableteo de ametralladoras y fusiles en el frente de mi casa.
Eran los muchachos del Movimiento 26 de Julio que con las armas que pudieron recolectar se volcaron a las calles para lograr sus objetivos contra el régimen. En ella muere el revolucionario Marcelo Salado.
La Huelga había sido convocada para el miércoles 9 de abril de 1958 por la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio, presidida por Fidel Castro y protagonizada por centenares de combatientes, en su gran mayoría jóvenes obreros y trabajadores humildes, con el objetivo de paralizar a la nación y desatar un movimiento de masas que propiciara el derrumbe de la dictadura de Fulgencio Batista.
La situación que sirvió de prólogo a esta jornada de lucha era el apogeo revolucionario existente como continuidad de un proceso insurreccional iniciado el 26 de julio de 1953 con el asalto al Cuartel Moncada, la, segunda fortaleza militar del país.
Con los años conocí que la acción más importante realizada por el Movimiento Revolucionario 26 de Julio en mi natal Madruga, fue exactamente la Huelga del 9 de Abril, donde los jóvenes complotados lograron incomunicar el municipio, y con ello se incrementó el reconocimiento de la población a los combatientes, hizo que contaran con su protección, y algunos de sus protagonistas se vieron obligados a pasar al exilio, otros se ocultaron en las principales ciudades y los demás quedaron en los montes contando con el apoyo de los guajiros que los protegieron por mucho tiempo, y ese estatus les permitió continuar realizando acciones clandestinas directas en las calles contra el régimen, elevando así el apoyo de los luchadores de la clandestinidad a los guerrilleros de la Sierra Maestra en esta etapa decisiva de ofensiva revolucionaria.
Ese era el panorama que se vivió en el país en esos momentos, las principales ciudades insurrectas fueron la Habana y Santiago de Cuba y otras por el cenro del país, pero la verdad es que se peleó en toda Cuba, aunque no haya primado la unidad de las acciones; pero hubo varios problemas impidieron se pudieran lograr todos los objetivos, factores de orden táctico y organizativo malograron el éxito de aquella jornada rebelde que, a pesar de su magnitud, aquella respuesta del 9 de abril no tuvo aun suficiente alcance y sincronización como para desencadenar la verdadera huelga general revolucionaria a que se aspiraba y provocar el colapso final de la tiranía. La frustración de aquel objetivo situó al movimiento revolucionario en uno de sus momentos más difíciles de todo el proceso.
La conmoción producida en todo el país por los hechos del 9 de abril fue intensificada por la brutal represión desatada por el régimen, que dejó un saldo de más de un centenar de combatientes caídos.
Tras el revés ocurrido, Fidel envió una carta a Faustino Pérez, el 27 de abril, donde le decía: “Tengo la más firme esperanza de que en menos tiempo de lo que muchos son capaces de imaginar, habremos convertido la derrota en victoria”. Y así fue.
Después del fracaso táctico organizativo de la huelga general, se realizó una importante reunión el 3 de mayo de ese propio año en Altos de Mompié en la Sierra Maestra. En ese encuentro se hizo un análisis profundo y minucioso de lo ocurrido con la huelga, logrando como resultado más importante el hecho de que se instituyera un mando único, y para las acciones futuras existiría una dirección única, cuyo máximo jefe y conductor sería Fidel.
Desde ese día la dirección nacional radicó en la Sierra Maestra, con Fidel como Comandante en Jefe del Ejército Rebelde y las milicias del Movimiento, además fue el secretario general del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. (MR-26).
Al decir del Dr. Eduardo Torres Cuevas: “La huelga demostró sin lugar a dudas que el único camino correcto para librarnos de la tiranía de batista era el camino de la lucha armada. Aquellos que aún no había abrazado la insurrección armada como la estrategia correcta tuvieron que pensar seriamente que no existía ninguna otra vía. También la huelga puso en el orden del día el imperativo de la unidad, yo creo que nunca se vio con tanta conciencia la necesidad de todos los revolucionarios a favor del proceso revolucionario”.
La Huelga del 9 de abril de 1958 en Cuba: un fracaso que propició la unidad.
Por Sergio I. Rivero Carrasco
Fotos tomadas de la Red.