octubre 15, 2025 ¿Quienes somos?

Los pozos pineros

Cuentan que los pozos pineros no tienen eco, al menos los primigenios, como el que todavía atesora el agua purísima y cristalina en el sitio que los satafeceños llaman Asiento Viejo, donde se levantó el caserío que fuera la génesis de Santa Fe, allá por el año 1809.

Sus paredes, recubiertas por el rugoso empedrado de mocarrera, recogen la huella del tiempo en más de dos siglos de existencia.

Lo consideran el abuelo de todos los pozos pineros y en sus aguas tuvieron que mirarse los primitivos vecinos de Santa Fe. Con ellas amasaron el barro amarillo con el que levantaron sus casas. Aguas, más de dos siglos después, siguen siendo tan abundantes e inagotables como antaño.

Ellas llevan también ese sello de calidad que distingue a las aguas del primer poblado pinero como las mejores del hemisferio norte.

El pozo cayó en desuso apenas 15 años después de ser excavado, cuando los vecinos del caserío hartos de las incursiones de corsarios y piratas que arruinaban sus sembradíos y robaban su ganado, se trasladaron más al norte, donde se levantaba la Colonia Reina Amalia.

Allí les ofrecieron tierras y protección. El viejo pozo fue testigo de la tozudez de aquellos primeros satafeceños, cuyas viviendas, de tablas o embarrado y siempre techo de guano, sucumbían al embate de los huracanes, tan frecuentes por estos rumbos y a la voracidad de los incendios, siendo levantadas una y otra vez.

También fue testigo silente de la muerte de Pepe el Mayorquín, el pirata pinero, del que se dice fue enterrado no muy lejos del pozo por los vecinos del lugar, en un sitio que hasta hoy se desconoce, para que su cuerpo no fuera ultrajado por los marinos ingleses que reclamaban su cabeza.


Texto Linet Gordillo

Fotos: Tomadas de la red

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