diciembre 4, 2024 ¿Quienes somos?

Historias y leyendas de corsarios y piratas.

Historias y leyendas de corsarios y piratas, y los tesoros por ellos escondidos, jalonan el imaginario popular de la hoy Isla de la Juventud.

Estratégicamente situada muy cerca de la ruta de las flotas españolas que trasladaban a la metrópoli los tesoros expoliados en el Nuevo Mundo, la entonces Isla de Pinos atrajo la atención de corsarios y piratas que, muy pronto, terminaron adueñándose de ella.

Cada palmo de las costas pineras sin testigos de sus correrías por el mar Caribe, donde abundantes botines saqueados tanto a buques en travesía como a villas costeras, terminaron en manos de los bandidos de mar.

No pocos se hundieron por estos piélagos en duelo a muerte entre la codicia y la violencia; y otros, esperando el momento oportuno para ser llevados a su destino, fueron enterrados en intrincados parajes de la geografía pinera.

Visitantes asiduos de la Isla de Pinos fueron los célebres piratas Frances Drake, Henry Morgan, el sanguinario Olonés y Francois Leclerc, quienes utilizando canalizos y arrecifes como trampas mortales, empujaron en su persecución a los navíos españoles que, cargados de metales preciosos y gemas de gran valor, zarpaban de Sudamericana rumbo a Europa.

Las tranquilas playas pineras fueron testigo de su presencia y la soledad de la floresta guarda en sus entrañas ignotos tesoros que bajo el verde dosel callan su trágica historia.

Confiere visos de realidad a tales relatos el hallazgo de algunos tesoros durante las dos últimas centurias, y todavía hoy, algunos esperanzados continúan buscando las fortunas enterradas en esta Isla, que fue lugar de paso, avituallamiento y acecho de los más famosos corsarios y piratas que reinaron en el Caribe.

Bajo el suelo pinero, lejos de las miradas de osados y curiosos, en sitios que conservan aún su virginidad de antaño, siguen enterrados quién sabe cuántos tesoros, quién sabe cuánta fortuna, que en una época signada por el despojo colonial de un continente recién descubierto, convirtió a la Isla de Pinos en refugio perfecto para quienes hicieron del corso y la piratería su medio de vida.

Es esa una época indeleble en la historia pinera en la que se entretejen mitos y leyendas que enriquecen la memoria oral de los lugareños.


Por Linet Gordillo Guillama

Fotos tomadas de la red.

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