Máximo Gómez, un imprescindible
La sección #LaReseñaDelDía quiere hoy rendir homenaje al Generalísimo Máximo Gómez Báez. En el aniversario 188 de su natalicio un día como hoy, 18 de noviembre, pero de 1836. Este hombre de complexión mediana, guarda todo el respeto y admiración de los cubanos por su estirpe, amor por Cuba y su excelente trayectoria como combatiente de todas las guerras y la dirección del Ejército Libertador.
Él aceptó el pedido de Martí de organizar, dentro y fuera de la Isla, el Ejército Libertador: “Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres…", le replicó el Apóstol.
Máximo Gómez nació en el pequeño poblado de Baní, provincia de Peravia, a 84 kilómetros al oeste de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, donde aún se conservan los horcones de la que fue la modesta vivienda de sus padres Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez.
Después de cesar la dominación española en Santo Domingo y haberse evacuado del lugar esas fuerzas él llega a Cuba con la decisión de luchar por la independencia hasta las últimas consecuencias y se suma al naciente ejército mambí el 16 de octubre de 1868, con el grado de sargento, sólo seis días después del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, y se declara ciudadano cubano, condición que honró siempre.
Cuenta entre sus proezas con la dirección de la primera carga al machete, la que se convertiría en la más temible arma de los libertadores. Desde este momento el movimiento revolucionario contó con el jefe militar indiscutido, capaz de preparar un ejército popular y aguerrido y de enfrentarse al enemigo con extraordinarias posibilidades de triunfo pese a sus limitadas armas.
Por sus méritos de guerra y su capacidad militar es ascendido por Céspedes hasta el grado de mayor general, y asignado a las fuerzas del mayor general Donato Mármol Tamayo en la jurisdicción de Santiago de Cuba, continuando una larga cadena de victorias frente a las fuerzas colonialistas españolas.
Hay ítems de mucha importancia en la vida y trayectoria de Gómez como lo fue el 2 de octubre de 1884, cuando durante los preparativos para reiniciar la lucha armada, junto con Antonio Maceo conocen personalmente a José Martí en Nueva York. Es entonces que como consecuencia de sus actividades conspirativas por la independencia de Cuba, es hecho prisionero y encarcelado en la Fortaleza Ozama (República Dominicana). El 9 de enero de 1886 es puesto en libertad y expatriado de Santo Domingo.
El 24 de febrero de 1895 ocurre el inicio de La Guerra Necesaria y el 25 de marzo Gómez firma con José Martí el Manifiesto de Montecristi, Programa de la Revolución y finalmente, en abril de 1895, desembarcan Gómez y Martí a Playitas de Cajobabo, costa sur de Guantánamo. En otra expedición arribaron a Cuba los hermanos Maceo por Duaba, cerca de Baracoa.
Como reza en la historia, pocas semanas después, luego de constituida la jerarquía militar del Ejército Libertador, con Gómez como General en Jefe y Antonio Maceo como Lugarteniente General, se producía la mayor pérdida para la independencia y el futuro de Cuba: caía Martí en Dos Ríos, provocando gran pesar a Gómez, quien lo seguía como a un maestro, pero cuidaba como a un hijo.
Ya a finales de ese mismo año ’95 comenzaría la Invasión a Occidente, gesta militar libertadora librada por Gómez y Maceo desde Mangos de Baraguá hasta Mantua, toda una proeza para su tiempo.
Después de la muerte de Martí y el desencadenamiento de la ofensiva norteamericana en la “mediación” en la guerra que Cuba libraba contra España, Gómez mantiene su posición de principios, y ante los esfuerzos de muchos emigrados luego de 1899 por lograr el reconocimiento de la beligerancia cubana por los Estados Unidos, Gómez expresó: "El reconocimiento de los americanos es como la lluvia: si viene está bien, y si no, también."
El 12 de marzo de 1899, la Asamblea del Cerro acordó la destitución de Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador, y la eliminación definitiva de ese cargo. Entonces Gómez, mediante un manifiesto a la nación, expresó:
"…Extranjero como soy, no he venido a servir a este pueblo, ayudándole a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví la espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse…”
Una vez conocida la noticia de la destitución de Gómez, el pueblo desfiló en protesta y condena a la Asamblea del Cerro por esa decisión, frente a la Quinta de los Molinos donde él vivía. Fiel a sus principios nunca claudicó, y consideraba la negativa y humillante actitud del gobierno norteamericano con el heroico pueblo cubano, precisamente en esos momentos históricos, que le revelaban que toda esa maniobra era un gran negocio.
El Generalísimo Máximo Gómez Báez, dominicano de nacimiento y cubano por convicción ganado en el fragor de la lucha por la independencia, fue un imprescindible en la causa independentista del pueblo cubano, que murió con la misma sencillez y humildad con la que vivió, el 17 de junio de 1905, sin fortuna personal, a la edad de 69 años en La Habana.
Texto: Redacción Web
Fotos tomadas de la red