abril 20, 2024 ¿Quienes somos?

Nieves Riovalles: “La actuación es vincularse con el ser humano y entender sus pasiones”

Nieves Riovalles. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Nieves Riovalles Tocabens siempre ha vivido en libertad. Quiso bailar, y bailó; quiso actuar, y actuó. Abre la puerta de su casa para una entrevista que cree que durará poco menos de una hora. Teme por esas preguntas reiterativas, porque, al fin y al cabo, su vida es la misma y de un cuestionario al otro no la puede cambiar. Brinda café ─costumbre de los cubanos─, nos sentamos en el sofá y empezamos a platicar por casi dos horas.

“No soy cobarde”, afirma con vehemencia mientras rememora esas veces que cruzaba de niña el puente lleno de huecos del río Almendares. Era tan flaca que cabía perfectamente por esos agujeros, pero, si todas sus amigas pasaban, aunque le temblaran las piernas, no se podía retractar.

Cuando leyó el libreto de la Cecilia Valdés de Humberto Solás, se enamoró perdidamente de Nemesia ─mulata hermana de Pimienta─, de los celos, del amor no correspondido por Leonardo. Esa vez no tuvo la oportunidad, pero después encarnó el papel en la versión para teatro de Eduardo Estorino. Uno de los mayores aciertos en su trayectoria artística.

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-¿Cómo reacciona cuando todas las miradas están puestas en usted?

“Depende de las miradas; de la gente. Cuando el pueblo es el que me mira me siento orgullosa, pero cuando lo hacen otros que buscan defectos me pongo nerviosa. Me reconocen por la televisión, aunque tenga un nasobuco. Jamás pensé que algo así podría suceder. No rechazo a las personas, al contrario. Me encanta que me digan cosas, me quieran, me abracen. Soy natural y abierta”.

-¿Cómo la definen otras personas?

“Depende del último trabajo que hice. Si interpretaba a una madre buena todos me querían. El público cree que uno es capaz de hacer determinado personaje porque tienes las características de ese rol implícitas en tu personalidad. Cuando son papeles positivos la gente te quiere y cuando son negativos muchos te llegan a odiar. Es parte del trabajo. No eres ni positiva ni negativa completamente; cada uno tiene sus rasgos particulares”.

- ¿Cómo se define usted?

“Soy una persona muy variable. Puedo estar triste, melancólica, nerviosa y, a la vez alegre, jovial y campechana. A veces soy un poquito intelectual y eso a algunos compañeros les molesta. Ese rasgo también lo sé usar.

“Me han acusado en ocasiones de ser autosuficiente. Puede ser. La gente es la que te define. Creo que la vida me ha llevado a ser suficiente porque soy hija única en una familia pobre. No era perfecta, pero me adoraban. Me tocó la madre más cariñosa del mundo y mi papá, aunque era alcohólico, también me amó. He tenido que aprender a sobrevivir”.

-¿Cuál es el fallo más grande que recuerda?

“He tenido varios, pero algunos son tan personales que no los puedo decir. Mi amigo Francisco García decía que yo era estoica porque aguantaba como una mula. La constancia hizo que alcanzara lo que tengo─ mucho, regular o poco─ pero es lo mío. Quizás si no hubiese sido tan estoica estaría mucho mejor. Ese ha sido el gran fallo”.

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Nieves Riovalles. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Nieves Riovalles no proviene de una familia relacionada con las artes. Aunque le gustaba el ballet, su madre no la dejó seguir su sueño en un primer momento porque quería que estudiara. “De todas maneras fui bailarina, por mi cuenta, a los 16 años. Ingresé en un grupo de aficionados y después me escogieron para trabajar como profesional”.

Un día llegó a su casa con 100 pesos que le habían pagado por su primer salario. “Era menor de edad y no podía firmar un contrato. Le dije a mi mamá que si no trabajaba después de cobrar el dinero me iban a meter presa. Ella aceptó. Trabajé, le di el gusto de estudiar y me gradué de licenciada en la Universidad de La Habana en Lengua y Literatura Hispánica”.

La tenacidad y el esfuerzo han sido dos de sus constantes. “En Teatro estudio teníamos que trabajar a veces hasta tres sesiones: en las mañanas y la tarde ensayo, y en las noches, funciones. Todas las semanas de martes a domingo. Eso lo podía hacer gracias al padre de mi hijo que fue excelente y a la ayuda de mi madre, la mujer que me dio la vida dos veces; quizás tres”.

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-¿Qué le gustaría hacer que no esté haciendo ahora mismo?

“Viajar porque lo más maravilloso que tenemos es el poder de visitar el mundo. Cuando tenía 10 o 12 años llegue a la conclusión por mí misma de que el ser humano tiene derecho a todo lo que ha inventado otro ser humano. Puedes adquirirlo o no, pero el derecho no te lo puede quitar nadie.

“El mundo está ahí y me pertenece. No me gusta saber que uno se muere sin conocer más de las ¾ partes del orbe. He viajado mucho; he ido a trece países por mi trabajo, pero me falta todo el Medio Oriente, la India, Egipto y sé que no voy a poder ir”.

-¿Cuál es su mayor defecto?

“Hablo demasiado y escucho poco. Otro defecto que he ido superando es que antes me aguantaba las reacciones. Una amiga me enseñó que era mejor ponerse colorada una vez que rosada 15. Ahora me cuesta mucho aguantar la expresividad de lo que siento, incluso cuando sé que no debo hacerlo porque puedo perjudicar a los demás.

“He aprendido también que, si no me piden mi criterio, no lo doy. Eso es una bondad y respeto al ser humano. No tengo secretos. Siempre me han dicho que digo demasiado mis cosas y tengo que ser un poco más reservada”.

-¿Y virtud?

“Soy una persona generosa, que le gusta compartir y ayudar cuando los demás se dejan. Te miro y a veces me doy cuenta si estás pasando por una crisis y ofrezco mi ayuda. Esa característica de mi personalidad la he tenido siempre”.

-¿Cuál ha sido su mayor sueño?

“Viajar y vivir en un penthouse más alto que este, desde donde se pueda ver el mar. Además, hacer el cine con el personaje que me gusta y sé que puedo lograr”.

-¿Qué prefiere hacer en su tiempo libre?

“Me he quedado sin cosas que hacer. Lo que más me gusta en el mundo es trabajar, estudiar o ver una obra de teatro. Estuve malita después que me contagié con la covid-19, enviudé hace un año y no puedo leer mucho porque tengo un glaucoma avanzado con pronóstico de ceguera. Lo que hago es ver películas en la casa porque los cines me quedan lejos. Cocinar cuando tengo ganas. Limpiar y el resto de las tareas domésticas son una matraca. Lo hago porque hay que hacerlo.

“Soy una persona bastante común. No he tenido grandes secretos ni ambiciones. Me gusta amar, que me amen, disfrutar todo lo que es disfrutable: el sexo, la comida, un trago de ron. Voy a una fiesta y bailo hasta que me voy, y aunque me arriesgo a caer, no me importa.

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Nieves Riovalles. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Nieves Riovalles ha sido actriz, bailarina, coreógrafa y profesora. De todas, prefiere actuar y esa pasión la descubrió en el Teatro Musical de La Habana.

“Era bailarina de Danza Contemporánea, un grupo pequeño formado por Guido González del Valle para darle bailarines al teatro. Hicimos ‘El baño’ de Maiakovski y ‘Luciana y el carnicero’, por ejemplo. Tiempo después desintegran la compañía y como no tenía condiciones para el ballet, me fui para el Conjunto de Danza Experimental que dirigía Alberto Alonso.

“Justo en ese momento le entregan al director el Teatro Musical de La Habana y se fusionaron ambas compañías. Los bailarines empezamos a actuar. De ahí sale Cirita Santana, Gladys Alvarado…

“Me dan el personaje principal en ‘Electra Garrigó’ de Virgilio Piñera, y dije que, si era capaz de defender ese papel con dignidad, podía ser actriz. Salí embarazada y a mi regreso Héctor Quintero, que comenzó a dirigir la compañía, me dice que no le iba a dar el traslado a nadie durante dos años. Sentirme prisionera hizo que quisiera irme más rápido. Aposté por Teatro Estudio que hacía teatro experimental de martes a domingo. Después cambió de nombre y pasó a ser Hubert de Blanck”.

La artista hizo cabaret y le encantó la experiencia. “No he hecho circo porque no se maromas”. A la televisión llegó por casualidad.

“Vi por primera vez una cámara cuando hice una puesta de ‘Doña Rosita la soltera’ que dirigió Raquel Revuelta y se filmó para la tv. Luego Pedro Álvarez entró a Teatro Estudio y me escogió para hacer un personaje que se llamaba Miriam en una obra de teatro para la televisión. Después me llamaron para hacer un programa que se llamaba ‘Nuestros hijos’ y el resto de las oportunidades fueron tocando poco a poco la puerta”.

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-¿A qué le tiene miedo?

“No le temo a la soledad. Tengo miedo de quedarme ciega o a caer en una cama durante mucho tiempo antes de fallecer. Se que me tengo que morir, así que llevo años amigándome con la muerte. Me toca y hay que aceptarla de una manera tranquila y sana”.

-Si hace una panorámica a su vida, ¿está satisfecha?

“Esa es una pregunta más comprometida. He hecho lo que he podido, pero me gustaría haber alcanzado más. A estas alturas ya no puedo cumplir lo que me quedó pendiente, sobre todo en el trabajo. Económicamente, quisiera estar mejor. Jamás he podido manejar un carro, ni una carriola. Ahora me vendría bien para poder hacer teatro porque las salas me quedan muy lejos y no puedo montar una guagua para ir y venir en la madrugada.

“En el plano espiritual tuve a mi hijo, dos parejas que fallecieron, amigas que, aunque son pocas, son mis hermanas. Estamos mucho tiempo sin vernos, pero nos adoramos. Pocas, pero fuertes, duraderas y sinceras”.

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Nieves Riovalles. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Nieves Riovalles tiene su sello y está consciente de eso. “Cuando interpreté a Lady Macduff en ‘Macbeth’ me puse a analizar ese personaje y me di cuenta que ella no era más que una mujer cualquiera de un solar. El marido se va y la deja con dos hijos en peligro de muerte. Eso es lo que escribió Shakespeare.

“El personaje lo recreé con la letra del escritor, pero pensando en una mujer cubana en una situación de violencia. Tenía puesto un traje de goma que parecía piel, y en la escena, en vez de golpear en la mesa, lo hago en mi muslo. Esa era la Lady Macduff de aquí y al público le encantó.

“Todo lo hago pensando en Cuba, en la gente de este país. Creo que un actor es representación de su pueblo. He hecho obras de todas las partes del mundo, clásicos de López de Vega, y todos esos papeles los he encarnado sintiéndome cubana con esa problemática que tienen en el guion”.

Esa fórmula también la aplicó en la telenovela “Vuelve a mirar”. Caridad era una mujer coqueta, abierta, viva y se parece, según Nieves, a su personalidad. “Desde jovencita siempre fui alegre, bailadora, disfrutadora de la vida. A la gente le gustó que una persona de la tercera edad fuera capaz de defender su independencia, su alegría y querer vivir su vida de esa manera. Me di cuenta que hay muchas mujeres que necesitan eso, pero no se atreven o no pueden. La independencia es imprescindible para que una persona sea feliz”.

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-Si llegara una persona nueva a su vida, ¿qué puede hacer para llegar a conocerla mejor?

“Será aceptada bajo mirada. Jamás les cerraría la puerta a las amistades, al mundo y a las cosas buenas”.

-Si todo desapareciera y pudiera rescatar una sola cosa, ¿qué sería?

“¡Qué difícil! No soy demasiado apegada al mundo material. Creo que salvaría una foto de mi hijo”.

-Si pudiera comenzar de cero, ¿qué cambiaría?

“Muy pocas cosas: haber tenido el valor de bailar cuando quise, y ser un poco más valiente para alcanzar las cosas que quería. Las adquirí poco a poco, luchando, pero lo podía haber logrado antes”.

-¿Qué consejos le daría a su versión de hace 20 años?

“Siempre hice lo que quise. A veces retardadamente, pero lo hice. Quería bailar y bailé; quería actuar y actué; tener un marido al modo moderno y lo tuve. Deseaba tener libertad y siempre la he tenido, porque cuando me la han tratado de quitar no lo he permitido”.

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Nieves Riovalles. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.

Para Nieves Riovalles es difícil decidir entre el cine, la televisión o el teatro. Este último medio es su pasión porque “tienes tiempo de crear, de mirarte, revisarte, lacerarte y volcarte en lo que haces”. No demerito a la televisión, agrega, ahí trabajas, te entregas, pero tienes menos posibilidades de descubrirte a ti y al personaje.

“Hice una el papel de una vieja en una obra de Juan Carlos Cremata. Hugo Vargas era mi esposo inválido. Tenía que hacer una escena donde me arrastraba hacia él diciendo un texto y en los ensayos hice una catarsis emocional.

Ese día entendí el amor entre mis padres y por qué mi mamá no dejaba a mi papá a pesar de que era un alcohólico. Comprendí, profundamente, la pasión que sentían y desde entonces los perdoné. El teatro te permite eso. Después de tantos años estoy capacitada para hacer un papel de ese tipo y entender al personaje”.

En este sentido, asegura que siempre ha sentido atracción por las tragedias y siente que es su fuerte. “Es un poco cosmogónico. La gente alcanza con ellas un punto dramático. La tragedia es una de las mejores dramaturgias del teatro porque mantiene un aspecto humano y sensible que si tú lo vas a interpretar y no te das cuenta que dice el personaje, no vas para ningún lado. Tienen los aspectos dolorosos de la vida.

“Las tragedias vienen desde el inicio de la humanidad. No me puedes decir que Macbeth y el problema de la ambición del poder, de la gente que se destruye y destruye a los demás, la mujer ambiciosa que lleva al hombre al final de su vida, no es actual. Son aspectos psicólogos, tristes, humanos y duros que tienen las tragedias”, explica Riovalles.

Lo que más le gusta de su trabajo es que está vinculado directamente al mundo de los seres humanos. “Puedes llegar al final, a la mitad o a un tercio, pero, si te separas de ese mundo, no eres una actriz sino una repetidora. Aunque hagas comedia, tragedia, una obra cubana, belga, francesa…busca que te vincula. Si bien a veces parece que no tiene nada que ver contigo, siempre hay un punto en común con el personaje”.

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-¿Qué es aquello por lo cual moriría?

“Por mi hijo”.

-¿Cuáles son sus principios y valores sagrados?

“Creo en la honestidad, pero eso sí, no soy una persona incondicional. Nunca he traicionado a nadie, pero no puedo estar ahí si no estoy de acuerdo con lo que están haciendo. La incondicionalidad solo le conviene a la persona a la que tú le eres incondicional”.

-Alguna vez se ha propuesto una meta que no haya podido cumplir…

“Un montón. Visitar determinado lugar. Estar en una película que no me dieron. No puedo decir que he alcanzado todas mis metas”.

-¿Qué significa Cuba?

“Mi país; toda mi vida. Adoro Cuba y, sobre todo, el malecón habanero. Ese es mi lugar”.

-¿Alguna vez ha pensado en tomarse un año sabático?

“No. Ni cuando tuve a mi hijo. Llevo dos sabáticos y no me gustan. No los quiero”.

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De los personajes que ha interpretado recuerda con cariño a la mendiga de “Bodas de Sangre”, a Martirio de “La Casa de Bernarda Alba”, y en televisión, la Olga de “El año que viene”, la Zaida de “Oh, La Habana” y a la gitana Cruz de “Destino Prohibido”. “Hay otros más pequeños o con poca fuerza que me gustan mucho”, añade.

Aunque le gusta tener éxito, Nieves Riovalles refiere que su mayor logro es ser valorada como una buena actriz. “Eso es por lo que batallo. Aunque trabajes con honestidad puedes perder el crédito de un papel al otro. Hay que tratar de que nada quede horrible o te haga bajar tu dimensión de buena actriz. Estar sobre el caballo todo el tiempo”.

Desde la humildad que la caracteriza, dice que el cariño del pueblo de Cuba se lo ha ganado por la honestidad con la defiende cada uno de sus papeles. “Se identifican conmigo, con mis personajes, aunque no sean iguales. Sienten en cada rol que interpreto que estoy cerca de ellos”.

La actuación le ha regalado la vida, y le ha quitado tiempo para estar un poco más con la gente que quería. “Pero no me arrepiento porque ellos estaban dispuestos a perder ese tiempo”.

Pudo haber sido abogada, química, física, botánica, pero confiesa que era demasiado mala en las matemáticas. Por suerte, siguió su instinto y comenzó a bailar; después a actuar: “una manera de vincularse con el ser humano y entender sus pasiones”.


Tomado de Cubadebate

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