Frank País y Raúl Pujol: Un legado eterno

Arquitectos de la insurrección
Frank País García, definido por Fidel Castro como “el más útil y extraordinario de nuestros combatientes”, fue el alma de la lucha urbana contra la dictadura de Batista. Como jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, tejió una red clandestina que conectó la ciudad con la Sierra Maestra.
Su liderazgo en el levantamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, en apoyo al desembarco del Granma, marcó un hito en la sincronización entre la resistencia urbana y la guerrilla.
Gracias a su visión estratégica, se logró el envío constante de armas, combatientes y recursos al Ejército Rebelde, fortaleciendo el frente oriental.
Raúl Pujol, aunque menos visible en los relatos históricos, fue un pilar silencioso. Su hogar se convirtió en refugio de revolucionarios, y su entrega personal a la causa lo elevó como símbolo de compromiso absoluto.
Un legado que palpita
El 30 de julio de 1957, día en que ambos fueron asesinados, se convirtió en el Día de los Mártires de la Revolución, fecha sagrada en la memoria nacional.
Frank País encarna el ideal de la juventud revolucionaria: valiente, disciplinado, sensible y profundamente martiano. Su ejemplo sigue inspirando a nuevas generaciones a defender la justicia social y la soberanía nacional.
Cada año, Santiago de Cuba revive su historia con una peregrinación desde el Parque Céspedes hasta el cementerio Santa Ifigenia, evocando la multitud que acompañó su sepelio como acto de protesta contra la tiranía.
Su nombre vive en escuelas, calles, instituciones y actos patrióticos, como recordatorio de que la Revolución fue obra de jóvenes decididos a cambiar el destino de su país.
Palabras que trascienden
“Sus ojos mostraban enseguida al hombre poseído por una causa… un ser superior.” — Ernesto Che Guevara.
Texto y tratamiento de imagen: Ana Verdecia