Más que limpieza, reina la cultura comunal

En el poblado La Victoria, donde el sol parece acariciar con especial ternura cada rincón, hay un grupo de personas que no solo trabajan con las manos, sino también con el alma. La brigada de Áreas Verdes, perteneciente a la Empresa de Servicios Comunales cultivan belleza, mantienen la limpieza con sentido de pertenencia, valor que los identifica.

Desde temprano, se les ve recorrer calles, podar arbustos, recoger hojas; conversar con vecinos que ya los reconocen como parte esencial del paisaje. La Victoria, gracias a ellos, no solo se distingue por su orden y limpieza, sino por una estética diferente, casi poética, que la convierte en un ejemplo de higiene comunal. Como bien dice la delegada del Consejo Popular, Tania Rives entrevistada mientras supervisaba una jornada de trabajo:
“Aquí no se trata solo de barrer o recoger basura. Aquí se trata de cuidar lo que es de todos. La brigada ha logrado que la gente se sienta orgullosa de su entorno, y eso es lo más difícil de conseguir.”

La delegada del poblado La Victoria habla con pasión, con la voz de quien ha visto cómo un esfuerzo sostenido puede transformar la percepción de un barrio. Y no exagera. En La Victoria, los jardines parecen sonreír, los caminos invitan a caminar sin prisa, y el aire tiene ese aroma de lugar bien cuidado.

Pero la historia no termina ahí. A pocos kilómetros, en Argelia Libre, otro grupo de trabajadores realiza tareas similares. Aunque el área cuenta con menos zonas verdes, el espíritu de limpieza y organización se respira apenas se llega. Allí, la brigada comunal ha encontrado formas creativas de embellecer espacios, macetas recicladas, árboles que parecen salidos de un cuento de hadas, pequeños rincones convertidos en oasis urbanos.

Lo que une a ambos grupos es el trabajo sistemático, la constancia y el compromiso con la comunidad. Acción, día tras día, bajo el sol o la lluvia, con herramientas sencillas y una voluntad que no se desgasta.
Ambos lugares son testimonio de que cuando la comunidad se involucra, cuando el trabajo se hace con amor y constancia, el entorno florece. Y con él, retoña la calidad de vida.

Texto y Fotos: Dianelys Labrador