¡Nada de patriarcado!
“Hombre es algo más que ser torpemente
vivo: es entender una misión, ennoblecerla
y cumplirla”. (…) “Se es hombre para serlo.”
José Martí
Hoy se celebra en todo el orbe el Día Internacional del Hombre, y reflexionando al respecto, nos damos cuenta, a pesar de que nada tiene que ver en su letra la condición de género, con la cualidad de un padre de familia, y más en la pluralidad de tipos que actualmente se consideran, comúnmente se asocian con la concepción de nuestra educación patriarcal, por su natural descendencia como cabeceras y custodias de la familia, modelo de fortaleza y paradigma del honor, la bondad y los valores para sí y los suyos.
Son las personas que ante un desenlace fatal deben mantener la ecuanimidad y vigor sin que se le humedezcan los ojos, los que aguardan enfermedades más comunes en las féminas como la ginecomastia, un aumento en la cantidad de tejido de las glándulas mamarias en niños u hombres, causado por un desequilibrio de las hormonas estrógeno y testosterona, o sencillamente las afecciones inflamatorias en la próstata o el cáncer, cuyo reconocimiento sobrepasa los ‘límites’ permisibles para los machos, caracterizado por un ineludible tacto rectal, unidas a otras como el cáncer testicular, la depresión masculina, la calidad de vida por la presión social de género; todas ellas causan miles de muertes cada año.
El modelo sicológico masculino, el quehacer vigoroso en la familia, la cultura patriarcal de crianza y manejo de la educación en valores que ha arrastrado nuestra sociedad, han llevado a dar prominencia al hombre en el contexto social, político, científico y laboral que remolca una herencia de sociedades patriarcales desde su nacimiento en las comunidades feudales y capitalistas en todas sus etapas, debido al tipo de relaciones existentes entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que hacen a las mujeres muchas veces más vulnerables y débiles ante las consideraciones, la remuneración por la calificación y el trabajo realizado.
No obstante, esto fue trasladado a la concepción de los modelos de familia, y así crecimos por decenas de años hasta que un proceso revolucionario, transformador y socialmente diferente, dio el lugar indicado a la mujer, luchadora histórica por sus derechos desde la antigüedad, con actitudes social y profesionalmente irreverentes por considerarlas inapropiadas o con inteligencia menor.
Todos esos factores fueron suficientes para que desde la “Historia Me Absolverá”, alegato de defensa de Fidel en el Juicio del Moncada, devenida en programa de la Revolución en el poder, consideró el papel de la mujer como primordial en el contexto y desarrollo socioeconómico, que desde la guerrilla en la Sierra y la Clandestinidad, le asignó un papel esencial en la lucha por la liberación nacional.
Con sentido crítico hay que asumir que no todos esos esfuerzos políticos, éticos, jurídicos productivos y sociales han sido suficientes, muchas veces, para transformar radicalmente el concepto patriarcal de nuestra sociedad; la vida y su día a día, han caracterizado el quehacer masculino en la familia y también la necesidad, en muchos casos, de que éste asuma la responsabilidad asignada como padres de familia en la educación de los hijos, en la conducción del desempeño familiar y paradigmas del ejemplo ético, laboral y social que deben irradiar.
Por tales motivos y caracterizados por muchas presiones sociales y rezagos éticos y sociales para abordar sin recelos una masculinidad saludable y responsable en todo el mundo, se propuso en 1992, a pedido de Tomas Oaster, profesor de la Universidad de Missouri, Estados Unidos, celebrar el Día Internacional del Hombre, dedicado al tratamiento consciente de las preocupaciones propiamente masculinas, y a generar modelos de masculinidad sanos y garantes, que enriquezcan la vida social y el equilibrio de género.
Las políticas emprendidas por la Revolución cubana en los temas de equidad de género y derechos de ambos a convertirse en el sostén y la atención a la familia, han hecho posible la aprobación de normas jurídicas que otorgan a los padres la posibilidad de asumir la paternidad remunerada y dedicarse al cuidado de su hijo en sustitución de la figura materna durante los primeros meses de vida, la cual se extiende en Cuba hasta un año, superior a otros países que en algunos casos, solo consideran días, la mayoría de ellos sin remuneración.
En nuestra cultura socialista se considera que los más ejemplares modelos de masculinidad y paternidad responsables, deben sustentarse en educar a los hijos no como pichones que solo reciben el alimento en sus picos, ni como receptores egoístas de ‘obligatorios’ regalos que rompen bolsillos de sus padres; pero sí se debe inculcar el fomento de una vida digna, la responsabilidad individual y familiar, la verdad como paradigma alejados de toda mentira, hipocresía ni dobleces, el estímulo moral y no material muchas veces inmerecidos, con grandes lecciones de austeridad y decoro, de dignidad y decencia, de consideración y amor a sí mismo y a sus semejantes y la conquista personal de la virtud.
Muy valiosas consideraciones nos aportó el Apóstol sobre las potencialidades identificadoras del hombre, entre ellas: “La ‘fuerza de la inteligencia’, ‘del conocer’, ‘del genio’, ‘del decoro’, ‘de la libertad’, ‘de la dignidad’…” Fuerzas que no solo identificaban al género humano, sino que creaban el terreno para su autosuperación, y en este sentido, dejaba fuera de lugar las ideas en torno a la inferioridad de unos hombres con respecto a otros, porque “todos tienen por naturaleza las mismas posibilidades”, en tanto elementos positivos contenidos en sí mismos.
Llegue la felicitación en este Día Internacional del Hombre a todos los seres humanos con esta condición de género, ponderemos cada vez más nuestra misión en la vida y la sociedad y cumplamos con ella. Seamos activos y celosos veladores de la equidad de género, la masculinidad saludable y responsable, la asunción de conductas ejemplares y paradigmáticas que se acerquen a lo mejor del ser humano, alejadas de todo patriarcalismo y sí de inclusión y cultivo de los más nobles valores que nos han hecho ciudadanos fuertes, útiles, dignos, éticos, amorosos y virtuosos. Parea hacerle el honor que merece nuestro Martí: ¡Seamos hombres!
Por Sergio I. Rivero Carrasco