Una cruel Enmienda enmendada.
“¡Oiga! ¡Oiga!, usted no sabe nada de cómo era la cosa aquí, fíjese que antes Isla de Pinos ya no era cubana”, así nos decía el viejo Manuel, suegro de un amigo, quién trabajó a inicios de siglo con empresarios norteamericanos residentes en la Isla, y pudo vivir en carne propia el trato que recibían y los irrisorios salarios por las duras jornadas de trabajo.
Toda esa historia que contaba era verdadera y tuvo su origen en el inicio del siglo XX cuando al terminar la Guerra Hispano-Norteamericana con la injerencia de Estados Unidos en el conflicto que Cuba libraba con España, fue sometido nuestro país a una nueva dominación, muy lejos de alcanzar la independencia por la que los cubanos habían luchado desde 1868.
Fue el 12 de junio de 1901 hace 123 años, cuando se efectuó en el seno de la Asamblea Constituyente en Cuba la última votación de 16 a favor y 11 en contra, quedando aprobada la Enmienda Platt, impuesta a la fuerza como apéndice a la Constitución cubana de 1901, bajo la amenaza de que la nueva República nacía con Enmienda, o no habría República. De este modo esta macabra Enmienda se convertía, en el certificado de nacimiento del neocolonialismo en nuestro país, política que padecimos por 57 años, seis meses y 19 días.
Es que la susodicha Enmienda también representó en su letra y los hechos, un nuevo candado que cerraba toda posibilidad de desarrollo endógeno y ponía en manos de Estados Unidos las decisiones de omitir a la Isla de Pinos en los límites del territorio nacional, la autorización para que la Gran Nación pudiera intervenir militarmente en la Isla en caso de que a su juicio, peligraran la vida, la propiedad o las libertades individuales, además de establecer la transferencia de fracciones de suelo cubano para la ubicación de estaciones navales o carboneras norteamericanas, como lo hicieron con la ilegal Base Naval en el territorio de Guantánamo.
Han sido tantas las mentiras utilizadas por Estados Unidos para hacer valer su dominio en Cuba y en el mundo, que ya la imagen que aflora en el rostro de sus Presidentes es el del mentiroso Pinocho. Pero cuando el Comandante en Jefe reflexionó en relación con ese detestable engendro precisaba que lo peor de Estados Unidos fue precisamente la hipocresía, el engaño, el maquiavelismo y el cinismo con que elaboraron el plan para apoderarse de Cuba, al extremo de proclamar públicamente los mismos argumentos de John Quincy Adams en 1823, sobre la manzana que caería por gravedad.
No hay más fiel descripción del efecto que provocó en nuestro pueblo este apéndice y su alcance en la región, que la del inolvidable Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad: “Su texto contiene un preámbulo y ocho artículos, y aún hoy, cuando ni para papel higiénico sirve por las ronchas que levanta, su lectura incita a la mentada de madre. […]. Esta humillante y férrea camisa de fuerza constituía, como se ha dicho, el sustitutivo de la anexión y la garrocha del ulterior salto predatorio del imperialismo yanqui en el Mar Caribe y en el sur del continente. Corolario de la Doctrina Monroe, la Enmienda Platt le imprimiría fuerza internacional a este instrumento de hegemonía norteamericana en América”.
La práctica actual de la política exterior de Estados Unidos nada ha cambiado, por el contrario, arrecia su acción beligerante, abusiva y terrorista que, como dragón con lengua encendida, pretende dominar al mundo, aplicar ilegales sanciones extraterritoriales y convertirse en el amo del mundo y el fatídico y desgastado Biden, actual inquilino de la Casa Blanca como el gran Rey ante el espejo, que expande sus acciones hacia el dominio europeo con la Otan como bandera contra Rusia, inyecta y apoya a Israel en su devastador e inhumano genocidio en la Franja de Gaza, y en occidente arremete contra países con una proyección social y democrática como Nicaragua, Venezuela, Cuba, Bolivia… mientras apoya políticas antisociales y agresivas como las de Javier Milei en Argentina. Ya no saben qué estrategia adoptar para enderezar su propia economía y qué nueva mentira fabricar desde su ingobernabilidad, para hacer que el estallido de los movimientos sociales en todas las ciudades del país se detenga. Nos hubiera gustado que el viejo Manuel, que ya no está entre nosotros, pudiera ratificarme hoy su plena convicción de no entenderse con la política de los yanquis. Pero es hermoso saber que siempre hubo valerosos cubanos conscientes que alzaron su voz para enmendar la Enmienda, y demostraron la dignidad, patriotismo y valor como lo hicieron Julio Sanguilí, Juan Gualberto Gómez, Salvador Cisneros, entre otros, en aquel momento, y hoy el pueblo cubano con los jóvenes a la vanguardia, enfrenta a los alentadores del odio y la mentira, tal como lo hicieron los Patriotas en 1901.
La humillante trayectoria de la Enmienda Platt hacia Cuba
Por Redacción Web
Fotos tomadas de la red