El Partido Revolucionario Cubano, alma creadora de la Revolución
Cuando el 10 de abril de 1892 José Martí declaró constituido el Partido Revolucionario Cubano (PRC), y subrayó la intención que alentaba ese hecho, estaba vislumbrando que este sería el alma creadora de la Revolución, al exponer que el PRC surgía “para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”, e impedir por todos los medios posibles que prevaleciera la guerra fratricida, fraccionada, con intereses personales que moviera los celos de los rivales descontentos y sí que prevalecieran los ideales colectivos como nación, que es lo que hacía “Necesaria” esta etapa de la Guerra.
Recordemos que durante la última década del siglo XIX, Martí solo contaba con 39 años y fue al exilio para culminar su obra organizativa previa, para unir voluntades y acopiar las finanzas necesarias salidas del esfuerzo de los exiliados organizados, y es para entonces que propuso como órgano de dirección superior de la Revolución al PRC, con una concepción muy diferente a la que existía dentro de las funciones y misiones de los partidos tradicionales.
Ahí radicó su gran aporte: Proponer a un Partido para dirigir la Revolución que se iniciaría pocos días después, porque aquellos partidos tradicionales eran electoreros y no llevaban en sí el espíritu del pueblo, el espíritu de la independencia, la necesidad de una revolución que cambiara el orden de cosas existentes e hiciera brotar la República.
Los pasos organizativos, la concepción de los estatutos, exponer con claridad las razones que movía a esta organización de avanzada que se proponía agrupar a todos los cubanos en función de la independencia, era una luz que también instó a Lenin a fundar el Partido Bolchevique en Rusia y posteriormente a que Fidel viera en Martí su paradigma de revolucionario consecuente y transformador.
Según las concepciones de Martí, el Partido Revolucionario Cubano nacía por “el empuje de un pueblo aleccionado” que proclama su emancipación. Son esas las verdaderas esencias que lo mueven.
Estaban creadas las condiciones objetivas y subjetivas para el estallido insurreccional. Es por eso que la salida a la luz del periódico “Patria” en Nueva York, el 14 de marzo de 1892, fue otro paso de trascendental importancia en el cumplimiento de las acciones encaminadas a lograr la unificación en el proceso de formación del PRC; un proceso que resultó muy difícil porque tuvo que luchar contra múltiples incomprensiones, resentimientos y enfrentamientos abiertos al quehacer político martiano dentro y fuera de Cuba. Pero si algo fue trascendental, es que el PRC también nacía con un órgano de prensa que sería su vocero.
A decir de los historiógrafos de estos temas, el PRC constituyó el punto más prominente de un proceso de exploración de formas organizativas posibles, a partir de las rutinas tradicionales que motivaron el fracaso de la Guerra de los Diez Años, la Guerra Chiquita y todos los proyectos revolucionarios concebidos en el exterior durante el período que aconteció a la firma del Pacto del Zanjón en 1878.
No por gusto el Apóstol insistió de forma primigenia en la necesidad de que la revolución no fuera presentada como interés de un grupo determinado, ni resultado de los afanes memorables de una agrupación militar o civil, de una clase o de una raza. La unidad de las emigraciones y de los revolucionarios cubanos de dentro y fuera de la Isla, aunque era “un complicadísimo problema político”, sólo lo hacía triunfar el logro de la unidad, y hacia ahí se encaminaron los esfuerzos.
Fue esa precisamente la concepción martiana para salvar la Revolución de los errores y tendencias negativas que habían motivado las divisiones internas de las filas de patriotas cubanos en las anteriores acciones independentistas desarrolladas en Cuba, y también de los fracasos en que terminaron los procesos emancipadores impulsados en Suramérica, permeados por el caudillismo y la prevalencia de los desastrosos males de la colonia.
El PRC, tal como se conceptualizaba en su documento fundacional, establecía las bases principales de “un pueblo nuevo y de sincera democracia”, con métodos que desterraban las prácticas autoritarias en lo político y la economía.
Sus estatutos eran secretos y el Delegado, era la máxima figura del PRC, este sería elegido por los miembros de la organización, al igual que todos los cargos, y se tendría como base las asociaciones independientes y clubes, que funcionaban como estructuras intermedias.
El 10 de abril fue proclamado en el exilio el PRC, con la coincidencia histórica de que en esta misma fecha, pero de 1869, fue aprobada la primera Constitución de la República de Cuba en Armas, la Constitución de Guáimaro en la primera Asamblea Constituyente en la historia de Cuba.
La temprana muerte en combate de José Martí, impidió completar la estrategia revolucionaria que había trazado. Al llegar el final de la Guerra Necesaria y con la intervención estadounidense que impuso a Cuba la Enmienda Platt, mediante la cual aseguraba la dependencia de nuestro país a sus designios y la posibilidad de intervenir en los asuntos internos de Cuba en el momento que lo decidieran. Se había frustrado la lucha por la libertad.
Fue entonces que comenzó un proceso de disolución de todos los órganos representativos de la independencia, principalmente el Ejército Libertador y el Partido Revolucionario Cubano, como premisa indispensable para instaurar en la Isla una colonia con mentirosa forma de república independiente.
La grandeza del Maestro estuvo precisamente en que supo comprender como nadie los problemas de su tiempo y las tareas históricas que implicaban imprimirle un impulso radical al proyecto de liberación nacional cubano, pero con su muerte, prevalecieron las conspiraciones y el divisionismo oportunista que favorecían las aspiraciones del naciente imperio norteamericano para impedir el triunfo de la Guerra Necesaria y de la acción resuelta del PRC.
En esas confabulaciones el imperialismo pudo contar con Tomas Estrada Palma que se pone al frente PRC a la muerte del Apóstol. Este hombre era un anexionista cínico y olfateando los pies del imperio se convierte en el primer presidente de la república, con el antecedente de que ya en 1898 había disuelto el Partido fundado por Martí lo cual provocó el rechazo de destacados cubanos y delegaciones de base del PRC en el exilio.
Juan Gualberto Gómez, muy amigo y cercano colaborador del maestro, en relación con esos hechos que consideraba traición, precisó: "en el porvenir de Cuba, donde hay que asegurar la libertad, el progreso y los principios de la verdadera democracia, bases todas de nuestro programa, es el Partido Revolucionario Cubano el único que podrá implantarlas y sostenerlas".
Si analizamos a profundidad el papel que desempeñó el Partido Revolucionario Cubano en la concepción, organización y forja de unidad para la Revolución de Martí, nos damos cuenta de que sus esencias fueron tenidas en cuenta por Mella y Baliño para fundar el Primer Partido Comunista de Cuba.
Más tarde Fidel y los revolucionarios cubanos conceptualizaron al Partido Comunista de Cuba como rector de la sociedad socialista cubana forjada en la batalla por la independencia definitiva. Se unían los dos paradigmas de estos más de 150 años de lucha: La lucha por la independencia y la lucha por la revolución social. El Partido se convierte en cada momento en el alma creadora de la Revolución.
Por: Sergio Isidro Rivero Carrasco