Francois Gambó: un personaje controvertido.
A todos nos resuena el nombre François, uno de los repartos de Nueva Gerona, reconocido así por la población pinera, a pesar de que a finales de la década de 1980 fue renombrado “26 de Julio”. Este nombre con el que aún se le conoce tiene un origen muy interesante porque involucra a un personaje sumamente controvertido que sobrevive en la memoria popular, formando parte del folclor de nuestro municipio.
¿Quién era esta persona que su recuerdo ha trascendido hasta nuestros días y sin pretenderlo legó su título a una comunidad pinera?
Su figura está rodeada de leyenda y se le atribuye características y hechos que rozan con la fantasía o la exageración, pero que tienen una base que puede estar apegada a la realidad en algunos casos.
Aún se sigue especulando mucho alrededor de esta figura: que, si era un rico que pedía limosnas por las calles de Nueva Gerona, todo desaliñado y sucio, que había sido un famoso ladrón buscado por autoridades extranjeras, que cambió su nombre y se había refugiado en Isla de Pinos. Unos lo señalan de origen italiano, mientras que otros manifiestan todo lo contrario, y cuentan una historia diferente.
Al conocer todo esto quedé interesado grandemente y me dediqué a buscar a testigo que me confirmaran o no aquellos relatos. Unos repetían los mismos que les habían contado, pero no habían conocido personalmente a François. Tuve buena suerte al poder entrevistar a personas que sí lo conocieron, incluida una nieta postiza que lo recordaba cuando ella tenía 9 años. También apoyé mi historia con documentos consultados en archivos del municipio y entre mitos y realidades fui armando esta investigación que se las brindo a mis lectores para que puedan conformarse una opinión al respecto.
Según los registros oficiales, por lo menos así quedó declarado en la Inscripción 13 de la Sección de Ciudadanía del Registro Civil de Isla de Pinos en su pág. 256, tomo 2, de 1936:
“Francois Gambo SOA (sin otro apellido), natural de Paris, Francia, blanco de 59 años de edad, soltero, propietario y vecino de la finca Merceditas en Santa Fé. Reside en Cuba desde el 18-12-1928 –llegó a La Habana en 1928 en el vapor Galicia de la compañía Ambur Amerik Line, estuvo en La Habana hasta el 6 de marzo de 1929, en que embarcó para Isla de Pinos donde llegó el 7 de marzo.
Nació el 25 de enero de 1877 en Paris, ignora en absoluto el nombre de los padres porque según le dijeron sus familiares, él solo tenía 2 o 3 años”.
Así termina la declaración, sirviendo como testigo el ciudadano Moris Shulman, natural de Rumanía.
.
Pero el documento es una cosa y la vida es otra…
El anecdotario alrededor de esta figura fue creciendo a medidas que iba investigando, pues desde su llegada a Isla de Pinos en 1929, ya se especulaba que era un hombre con un capital obtenido del robo de un banco en Francia, que había huido a América con la intensión de ocultarse de la justicia, escogiendo a Cuba y por tanto a la Isla de Pinos. Las barras de oro sustraídas las fundió transformándolas en cadenas para perros, lo que facilitó su traslado y librarlo de sospechas.
Una vez en la Isla, a la que se trasladó rápidamente, adquirió la finca Merceditas en Santa Fe; compró tierras a bajos precios y así fue dueño de todos los terrenos después de la calle 34 desde el Rio Las Casas hasta la Sierra del mismo nombre, la cual vendía cara para los que querían construir pequeñas casas. Poseía lotes en el barrio de Pueblo Nuevo donde construía pequeñas viviendas de costaneras y techo de guano y las vendía o alquilaba.
Continuó invirtiendo y detrás de la mueblería tenía un rastro donde todo pinero podía ir a vender cualquier cosa, pero siempre barato, luego lo vendía más caro. Por aquel tiempo residía en la calle Emilio Vargas No. 9. (hoy calle 22)
Acumulaba tal cantidad de dinero que a veces no sabía dónde los había guardado ni cuanto era.
El residente pinero Francisco Díaz Hernández, quien lo conoció durante mucho tiempo, me contó hace algunos años, que nuestro personaje vivía en una casa con techo de zinc que era del ciudadano estadounidense Samuel Day, en la calle 41, esquina 22, hoy donde se construyó el círculo infantil Roberto Rodríguez Llorca y se dedicaba a comprar muebles viejos, los reparaba y vendía después, teniendo una mueblería en esta área y me aseguró que Francois le confesó a su padre “(…) que había robado en un banco de Francia al que entraba más dinero en un día que el que entraba en un año al banco de la Isla”.
Agregó que era un hombre muy tacaño, pero de mucho espíritu. Tomaba agua a la que le echaba cerveza. Era dueño de tierras que hoy conforman el reparto 26 de Julio y que finalmente vivió en una casa en la calle 37 esquina a 30 en Nueva Gerona.
Otros testimonios señalan, que por el año 1940 llegó a la Islas un norteamericano llamado Nelson Thompson, que obtuvo toda la zona donde hoy se encuentra el reparto y ese mismo año lo vendió a un ciudadano español, que al ver que el lugar era completamente estéril, sin habitantes alrededor, sin posible desarrollo, convertidos sus linderos en montes y guanales, sus planes de progreso de aquellas tierras desaparecieron y decide venderlas en 1943 al ciudadano de nacionalidad francesa Francois Gambó.
Pero el francés tampoco navegó con suerte, pues en 1947 las vendió al comerciante español Pedro Naveiras, el cual decidió hacer un reparto y delimitó calles, organizando la venta de las parcelas en donde se construyeron viviendas de guano, pero sin instalaciones sanitarias, de agua, ni eléctricas.
Finalmente, el proyecto fue abandonado y el reparto de tierras se hizo anárquicamente, creándose un barrio marginal e insalubre que la Revolución cubana transformó, pero a pesar de los continuos cambios de propietarios que tuvo aquel terreno, el nombre Francois se ha conservado hasta nuestros días entre los pobladores pineros y él ni abrigó la idea de transformarlo en un reparto.
Como hombre emprendedor y de voluntad férrea, a la postre, este ciudadano se convirtió en un comerciante próspero, propietario de tierras, talleres de carpintería, tiendas para la venta de muebles, ferreterías, entre otros negocios que le rindieron muchas utilidades.
Ya siendo un anciano de más de 80 años, lo visitaba en su casa un señor que le preguntaba dónde estaba el dinero y él le respondía “en el tubo”, señalándole para el suelo. Buscaron, pero lo único que encontraron en el patio enterrado fueron unas cucharas, tenedores o cuchillos de plata. En las paredes agujereadas, donde buscaban dinero, solo se encontraron muchos billetes quemados.
Esto ocurría porque cuando en 1961 se efectuó el cambio de monedas en Cuba, en aquel momento no recordó donde tenía guardado todo el dinero y solo pudo cambiar cerca de 800 pesos, pero después de su muerte se encontraron paquetes de 10 mil pesos, según aseguran.
Algunos relatan, que a pesar de su dinero andaba sin asearse, con ropas poco limpias y mostraba síntomas de mala alimentación, hasta que casi a los 80 años decidió casarse con una señora también mayor que se ocupó un poco de él y pudo cambiar en algo su apariencia. Siempre se mostró de mal carácter, introvertido, poco sociable y sobre todo tacaño.
Ya con más de 86 años de edad, y cuando trasladaba el cuerpo de su esposa fallecida, Amelia La Mora, comenzó a sentirse mal en el barco que lo llevaba a La Habana, donde fallece a consecuencias de un infarto cardiaco en Josefina No. 159, reparto Sevillano y es enterrado en el cementerio de Colon a las 10 de la mañana del 8 de enero de 1963. Solo le faltaban 7 días para cumplir puntualmente los 87 años de existencia en este mundo.
Quedaba cerrada así, la vida y el andar de este personaje en el plano físico, pero perduraría hasta hoy su leyenda en la memoria colectiva.
Meditaciones:
No descarto la posibilidad del robo del banco en Francia, pues la Isla siempre fue un lugar ideal para aquellos que huían por diversos motivos y se perdían en sus inmensos parajes, por otro lado, François era un hombre poco sociable, huraño; es extraño que todavía no hemos encontrado una fotografía de él después de buscar en varias fototecas y solicitar la ayuda de algunas personas.
Lo de descuidado, poco aseado, falto de memoria, puede haber ocurrido en los últimos años de su vida, ya con más de 80 años, pues vivía solo hasta que se unió a una señora que lo cuidó. Al parecer, algunos conservaron en su recuerdo aquella imagen de descuido, pero el resto de su existencia no pudo comportarse así, pues era un próspero comerciante con muchos negocios, que según uno que lo conoció “vestía normalmente era muy educado. Físicamente era de mediana estatura, blanco, ni gordo ni flaco... El me vendió este terreno donde vivo”.
Magaly Pachá, nos habla de su “abuelo”: “Yo era una niña cuando mi abuela se casó con Francois. Él tenía una estatura normal, vestía bien, era educado, pero resabioso. Cuando murió mi abuela Amalia Nasser Pérez, él llevó su cadáver para La Habana para enterrarlo en el cementerio de Colón”.
Culmino, dejando a la consideración de los lectores, el dictamen al que puedan llegar sobre la historia de este controvertido personaje que dejó su propia huella entre nosotros y que, al parecer, su duende no nos abandonará por mucho tiempo.
Por: Lic. Guillermo F. Maquintoche Vázquez.
Fotos: archivo personal.