Todo aquel que ha visitado el museo de Presidio Modelo, ha podido observar que antes de llegar al Pabellón 1 del hospital, existen unas ruinas a las que se le ha dado diversas interpretaciones.
Hoy trataremos de esclarecer el origen de esos muros de piedra y ladrillos, de las columnas de hormigón y hasta de unos depósitos de agua que se extienden por un amplio espacio.
Desde que la prisión comenzó a funcionar, los presos recibían los servicios religiosos católicos del párroco de la iglesia Nuestra Señora de los Dolores y San Nicolás de Bari de Nueva Gerona, asistencia que se incrementó para la década de 1940. Un altar portátil rotaba por las cuatro circulares donde se le ofrecían misas a los reclusos que permanecían allí.
Misiones como las Hijas de la Caridad, monjas de la Academia San José, misioneros canadienses, de San Vicente de Paul, franciscanos, dominicos, entre otros brindaban servicios de bautismo, eucaristía, confesiones, pláticas morales, confirmación y regalaban imágenes, estampitas y rosarios.
Todos estos servicios se realizaban en los locales donde estaban recluidos los prisioneros, pues no había un lugar propio para llevar a cabo estas actividades.
En el proyecto de edificación del Presidio Modelo se tenía previsto un edificio dedicado a actividades religiosas, recreativas y de otra índole donde se concentrarían a los presos, el llamado auditórium de la prisión, pero nunca se construyó.
Pasaron los años, y durante el gobierno de Dr. Ramón Grau San Martin (1944-1948) se concibió la edificación de una iglesia en el penal, la cual seria de grandes dimensiones, majestuosidad y belleza que superaba con creces la de Nueva Gerona. Tendría una torre con una inmensa cruz en su cúspide, una entrada escalonada y un salón central con gran capacidad.
Según el proyecto, incluiría una sala mortuoria, capilla, amplios ventanales, una sacristía, un vestíbulo, una biblioteca entre otras secciones.
Se comenzó a construir entre la circular 3 y el pabellón 2 del hospital, donde todavía se pueden observar sus ruinas.
Esta obra nunca se concluyó y solamente se cimentó el lugar con unos fuertes muros y columnas, levantándose una escalinata que daba acceso al vestíbulo donde se ofrecían los servicios religiosos, pero ya en los años de 1950 esta labor religiosa volvió a darse en los locales donde los presos permanecían o en el comedor del penal.
La parte de la iglesia construida fue demolida y se edificó sobre sus escombros un anfiteatro con sus gradas, un escenario y hasta una caseta desde donde se proyectaban películas, hecho que se mantuvo hasta 1967 en que la prisión fue cerrada.
Actualmente, en el lugar solo permanecen los vestigios de lo que iba a ser la iglesia más grande y vistosa de la Isla de la Juventud.
Hoy cuando pase por aquel sitio, deténgase a observarlo y valorar lo que pretendía ser. No lo vea solo como una ruina más, sino tenga la satisfacción de haber aprendido algo más sobre la historia de esta patria chica.
Por: Lic. Guillermo F. Maquintoche Vázquez.
Fotos: archivo personal.