Juan Manuel Márquez, en Presidio por partida doble
“Juan Manuel Márquez era un muchacho
muy bueno, era del partido Ortodoxo, de
las figuras jóvenes, un orador brillante…”
Fidel
Fue el 11 de mayo de 1936 que llegó por segunda ocasión al Presidio Modelo de la otrora Isla de Pinos, Juan Manuel Márquez Rodríguez, sancionado por luchar por las mejoras del pueblo y contra la corrupción imperante en aquellos momentos, después de haber sido sancionado por el Tribunal de Urgencia de La Habana a ocho años y un día de privación de libertad por un delito de “Uso de Explosivos para Alarmar”.
Los antecedentes a este segundo encierro tienen que ver mucho con la trayectoria revolucionaria del joven Juan Manuel Márquez, que con solo 16 años se incorporó al movimiento juvenil para enfrentar a la dictadura de Gerardo Machado, el cual le sirvió para probar su valía como revolucionario, su empuje e incipiente liderazgo, quien tras el fracaso de la acción armada en ese momento, las fuerzas represivas de Machado allanan su casa y es conducido a prisión por vez primera junto a su padre.
Importante es que en Marianao, donde residía Juan Manuel, ya a finales de 1931 se crea el Sector Radical Estudiantil de una organización contra Machado en la que él participa, uno de los miembros más destacados. Es entonces cuando funda y dirige el periódico “Radical”, que vivió poco tiempo por ser ocupado por la policía del régimen; No obstante, continúa con las labores conspirativas y es por ello que el ocho de abril de 1932 fue capturado y enviado al Presidio Modelo de Isla de Pinos por primera vez con solo 17 años. Fue allí el más joven de los presos políticos, a quien la crudeza del trato en la cárcel incrementó su rebeldía y madurez política.
Después de ser puesto en libertad ante la inminente caída del Dictador, con un interés y estímulo superior, incrementa su quehacer en la lucha por derrocarlo. Ya después de la caída de Machado, la reacción interna, en contubernio con el imperialismo yanqui, trata de frustrar el impulso revolucionario del pueblo cubano y Juan Manuel Márquez, con apenas 18 años, está entre quienes no se dejan frenar y asume la secretaría general del "Sector Radical Estudiantil". Ahora, conocedor de la importancia de la prensa, crea otro periódico: “Catapulta”, donde expone y transmite su pensamiento político. En el primer número, en noviembre del año 1933, Juan Manuel escribe:
“No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización del programa revolucionario que nos propusimos al principio de la lucha, a no ser que la esterilidad de la misma nos demuestre la necesidad de medios de acción más radicales”.
Su pensamiento radical se fortalece y cumpliendo su propósito de no abandonar la pluma, encuentra una trinchera apropiada en el periódico “El Sol” y el 14 de abril de 1934 publica un artículo que tituló “Banderas a media asta”, en el que exponía con mucha razón y argumentos la condición neocolonial de nuestro país, ya que Cuba dejó de ser una colonia española para convertirse en una “factoría del imperialismo yanqui”, a la vez que denuncia la oprobiosa posición entreguista y pro-imperialista del gobierno de turno.
Poco a poco comprende que la justicia social y la verdadera democracia a la que aspiran para Cuba y por la cual combaten, solo se alcanza con la lucha esencial por el poder y por ello se incorpora al “Ala Izquierda Estudiantil”. Busca además nuevos espacios, y se suma a la “Hermandad de los Jóvenes Cubanos”, desde la cual encuentra la cobertura necesaria para trabajar por la unidad de los jóvenes cubanos para incentivar en ellos el espíritu revolucionario, en el cual va alcanzando un liderazgo entre ellos, motivo por el cual lo tienen en cuenta para participar y encabezar movimientos sociales, convirtiéndose en uno de los luchadores más connotados de Marianao.
Por su incesante e intensa actividad revolucionaria es perseguido con saña por la policía y lo involucran en todas las actividades cívicas y de protestas revolucionarias del municipio marianense, razón por la que es arrestado nuevamente en 1936 y sentenciado a ocho años de reclusión en el Presidio Modelo, llegando a este Reclusorio Nacional para Hombres el 11 de mayo hace hoy 87 años, ya con el conocimiento de lo que ello significará en la maniobra gubernamental para reprimir al movimiento revolucionario que crecía.
Era entonces que por partida doble, las rejas del Presidio sonaban a su paso y lo dejaban con más bríos para continuar en la batalla. Paralelo a ello, se desarrolla una lucha frontal por las fuerzas revolucionarias de Marianao para lograr su excarcelación, y aunque no logran en la totalidad ese propósito, sí alcanzan a una reducción de la mitad de la condena en virtud de una ley de Amnistía, y es puesto en libertad a finales de 1937, pero eso no significó para él finalizar la disputa, por el contrario, la intensificó insertándose a los sectores más radicales.
Sería un crimen histórico no tener en cuenta algunos pasajes de su trascendente desempeño posterior a la liberación de esa segunda ocasión que juan Manuel Márquez estuvo encarcelado en Presidio, y que por su loable y radical desempeño al lado de Fidel fue elegido como segundo jefe del “Movimiento 26 de julio”.
Después del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de Julio de 1953 se intensifica la persecución a Juan Manual Márquez, a pesar de que él no había participado en esas acciones, su casa fue objeto de allanamiento por las fuerzas del régimen en múltiples ocasiones.
Una vez que se produce la salida de los Moncadistas del Presidio Modelo el 15 de mayo de 1955, es apresado, golpeado y herido propinándole múltiples lesiones que lo llevan a ser hospitalizado en la clínica “Santa Emilia”, hecho que provocó la denuncia tajante de Fidel en las páginas del diario “La Calle” en el que expresó:
“Me duele en la propia carne los golpes que le dieron a Juan Manuel Márquez, porque como dijo Martí: en la mejilla de todo hombre honrado se ha de sentir la bofetada que recibe mejilla de hombre”
Después de la denuncia, el 7 de junio de 1955 Fidel visita a Juan Manuel en la clínica, se reúne a solas con él y el día 12 del propio mes, al crearse la Dirección Nacional del “Movimiento Revolucionario 26 de Julio”, Juan Manuel Márquez fue nombrado como segundo jefe del Movimiento.
Pasa entonces a organizar a los revolucionarios radicados en el exterior que preparan la continuidad de la lucha. Inmerso en la misión de recaudar fondos para adquirir armas y equipos de guerra, trabaja intensamente con los emigrados, y junto a Fidel, participa en la búsqueda y selección de los lugares para el alojamiento y el entrenamiento de los futuros expedicionarios. Sus múltiples ocupaciones como segundo jefe, no le impiden participar activamente en el riguroso entrenamiento militar, resultando ser uno de los más destacados.
Los planes para la expedición se apresuran, aunque aún los revolucionarios han de enfrentar serios obstáculos antes de que el “Granma” pueda zarpar de Tuxpan para cumplir la palabra empeñada; ahora como segundo jefe de la expedición, Juan Manuel exclama: “¡Qué difícil se hace para nosotros ir a morir por Cuba!”.
Así traspasaba con sana hidalguía el umbral de la historia, que daría un viraje total después del desembarco del yate “Granma”, y el inicio de la lucha guerrillera en la Sierra hasta el triunfo definitivo del 1ro de enero de 1959, victoria que Juan Manuel Márquez no llegó a ver, porque después de la sorpresa de “Alegría de Pío” perdió todo contacto con el resto de la tropa en aquellos agrestes sitios de la Sierra Maestra, hasta que, agotado por las terribles privaciones a que se había sometido, al salir a la guardarraya del cañaveral, fue sorprendido por agentes batistianos, que lo torturaron salvajemente y lo ultimaron a balazos a mansalva, según testimonió posteriormente uno de sus coterráneos.
Se perdía físicamente a uno de los jóvenes revolucionarios más intrépidos y puros, aguerridos y profundamente patriota, pero su legado lo convierte en paradigma para las presentes y futuras generaciones, que al ser evocado por el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro después del triunfo revolucionario, lo llamó “mi compañero de organización del 26 de Julio en el exilio” y le calificó de “orador formidable” que “hacía poner en pie a la multitud con su palabra vibrante (…) No está presente hoy pero la obra que inició está aquí presente”.
Por: Sergio I. Rivero Carrasco
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