diciembre 8, 2024 ¿Quienes somos?

Un paseo por el Centro Histórico de Nueva Gerona…

La primera Estación Telegráfica de la Isla de la Juventud.

Edificio del antiguo telégrafo, hoy vivienda familiar en Martí No. 1808 entre 18 y 20, Nueva Gerona.

Fue la primera oficina telegráfica de Isla de Pinos construida en la primera década del siglo XX.

 En 1909, la Estación de Nueva Gerona se identificaba con la letra P y tenía una frecuencia de 375 KHz y una potencia de 2KW.

En  1925 era propietario y administrador general del único centro telefónico del municipio,  el estadounidense y antiguo oficial del Ejército Americano John B. Leffingwell.

Foto del telégrafo de 1925

El 13 de marzo de 1925 se recibe a través de los equipos del centro radiotelegráfico de la Isla, la grandiosa noticia de que el Senado norteamericano había ratificado el Tratado Hay- Quesada, que devolvía la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos.

Desde aquella fecha, este lugar adquirió gran importancia para el pueblo pinero al insertarse en su historia y generar toda una tradición.

 Juan Blanco Llorca que era en aquel momento un niño de 12 años y trabajaba en el lugar como mensajero, recordaba en una entrevista que estando allí  “casualmente comienza a entrar la noticia de que había sido reconocida la Isla de Pinos como parte  del archipiélago cubano. Mi jefe lo leyó, nos abrazamos… y luego salimos a las calles para festejar, todo el pueblo se alegró de la nueva buena”.

Operando la estación.

El historiador pinero Mariano Rives Pantoja relataba que cuando llegó el telegrama, la noticia de la ratificación corrió como pólvora por Nueva Gerona, y minutos después se volcaba el pueblo a las calles, en una explosión de alegría sin precedentes.

 “Todos corrían de un lugar a otro, unidos en un mismo abrazo, sin distinción de clases, sexo ni edades, mientras que durante la marcha, el maestro Fernando Bayo Soto disparaba un viejo cañón en cada esquina. Se trajo una orquesta de Batabanó y la celebración se prolongó durante días, con bailes y fiestas desbordantes de júbilo popular”.

El centro telegráfico tenía empotrado en su fachada el Escudo Nacional

Escribía el pinero Rubén Reyes Escobar, testigo de los hechos que se desencadenaron tras conocerse la noticia que en “la primeras horas de la tarde de aquel memorable día, el señor Manuel Reyes Lebatard, director del centro telegráfico de Nueva Gerona captó por medio de un radio receptor de piedra de galena, directamente desde Washington, la noticia [y aunque] posteriormente fueron llegando mensajes oficiales dirigidos a las autoridades pineras (…), Reyes, que había anotado aquella transmisión radial, salió vertiginosamente con rumbo a la Sociedad [actual Casa de la Cultura de Nueva Gerona], a la que llegó minutos después, y agitando al aire aquel pedazo de papel portador de tan fausta noticia, entró al salón, y gritando más que diciendo, exclamó ante todos los allí presentes: “Señores, ya Isla de Pinos es cubana. ¡Viva Isla de Pinos Cubana!”.

En cuestión de minutos se fueron congregando allí las más altas autoridades y el pueblo en general. Era una locura. Se cantaba el himno nacional, el himno Invasor, se recitaban poemas alusivos al acontecimiento. Se brindaba con espumosa sidra por la República cubana y por el futuro de nuestra Isla.

“Más tarde cuando alguien dio la voz  de “A la calle”, partió aquella manifestación patriótica por la calle Carlos M. de Céspedes rumbo al cuartel de la Guardia Rural para allí doblar y tomar la calle Martí para seguir hacia el Ayuntamiento (…) Enrique Bayo Soto, quien en cada esquina en que la multitud se detenía, al grito estentóreo de ¡Viva Isla de Pinos Cubana!, disparaba una salva de pólvora con una antigua y raída culebrina, desempolvada del fondo del Escenario de la Sociedad”, concluía Reyes.

A partir de estos hechos, el 13 de Marzo se convirtió para los pineros en un grandioso día de fiestas y júbilo.

Personal y equipos en la labor diaria.

Personal y equipos en la labor diaria.

Por el día había carreras de caballos, y carreras de saco. También se organizaba un juego de las argollas que consistía en que se ponía una soga que se llenaba con argollas con una cinta de color rojo unas y otras con cintas de color azul, entonces los jinetes a todo galope iban hacia la soga  para con un lápiz tratar de enganchar la argolla de su bando o sea azul o rojo, al final el que más argollas con su color había insertado era el ganador. También era tradicional en ese día celebrar un Juego de Pelota donde nuestros peloteros, se medían con algún equipo de La Habana o de Batabanó.

Se realizaba la selección de la Señorita “13 de Marzo”, la que era coronada por el alcalde o una personalidad local en una ceremonia que concluía con un baile siempre amenizado con una orquesta local o traída de La Habana.

Después del triunfo revolucionario de 1959 esta celebración fue cambiando a tenor de los nuevos tiempos, circunstancias e ideas. Estos festejos devinieron en los conocidos Festivales de la Toronja, carnavales donde se elegía previamente la Reina con sus luceros, luego llamada La Flor y sus capullos; desfilaban comparsas y carrozas, muchos lugares eran acondicionados para el disfrute de la población donde se comía, bebía, se disfrutaba de la música de conocidos cantantes y orquestas  y se participaba en diferentes actividades recreativas.

Con el progreso obtenido en algunos renglones económicos y sociales en el territorio, principalmente el  citrícola, que generó grandes cosechas, estos festivales se consagraron a celebrar los éxitos alcanzados durante el año correspondiente y los días de festejos se fueron trasladando para finales del año o comienzos del siguiente, dependiendo del término de las zafras.

 A las 8 de la noche, después de un breve discurso dirigido a la población reunida en el parque central de  Nueva Gerona, seguido del ruido atronador y el colorido de los fuegos artificiales, se iniciaba el festival y todos los espacios se animaban con la música de una gran cantidad de orquestas, solistas y grupos invitados y del patio. El escenario del parque era el área principal de las actuaciones.

 En esos días, las calles y aceras eran invadidas por las congas, los muñecotes, los desfiles de carretones u otros vehículos engalanados, así como los paseos de disfraces. Eran días enteros de competencias populares deportivo-recreativas: ciclísticas, beisbolera, levantamiento de pesas, de aeromodelismo, carreras de motoristas, encuentros de ajedrez y dominó, exhibiciones de moda y de rodeo, espectáculos circenses, paseos en lancha o barco por el río Las Casas, entre otras distracciones.

El Festival de la Toronja concluía con la entrega de premios en las diferentes manifestaciones: vehículo mejor engalanado, el más gracioso y original disfraz, la mejor área o kiosco, y el Gran Premio de la Popularidad que consistía en una hermosa pieza única de cerámica confeccionada por el Taller de Artes Aplicadas.

Estas grandes fiestas que se extendían por toda la Isla con diversas áreas muy bien diseñadas para el disfrute de grandes y pequeños, decayeron con la crisis de los años 90 y ya no tuvieron el mismo esplendor de antes. A partir de entonces se denominaron a estos festejos “Fiestas Populares Pineras” las que se realizaron con los propios esfuerzos de los pineros y ajustadas a las carencias del momento.

 A partir de 1996 se comienza a retomar la fecha original para celebrar las fiestas tradicionales, que desde 1925, el pueblo pinero festejaba e ir recuperando unas de sus tradiciones más significativas. Cada 13 de Marzo las autoridades del territorio, las instituciones culturales y otras entidades convocan y reúnen al pueblo pinero frente al antiguo telégrafo y en un hermoso acto recuerdan aquel día en que la soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos fue ratificada a través del Tratado Hay-Quesada y así dan comienzo a las llamadas Fiestas Pineras.

Esta edificación donde se recibió el mensaje de la ratificación del tratado sobre Isla de Pinos, hecho que generó toda una tradición popular, sirvió como casa de vivienda, donde se mantuvieron funcionando los  equipos trasmisores y talleres del telégrafo. Después de 1959, al emigrar a los Estados Unidos la familia que la moraba, se instalaron allí las Oficinas de Emigración, volviendo a ser utilizada como vivienda familiar a partir de los años 80, permaneciendo como tal hasta nuestros días.

Personal y equipos en la labor diaria.

Autor: Lic. Guillermo Fabián Maquintoche Vázquez.

Fotos: Archivo del autor.

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