La “Operación Carlota”, 49 años después.
“…ellos son el caudal de los pueblos”.
José Martí
Hoy los recuerdo con mucha admiración y cariño, tanto a los que no pudieron acompañarnos hoy, como a los que compartimos como verdaderos hermanos en la Delegación de Base de Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana a la que pertenezco.
Aunque han pasado 49 años de aquellos días en que muchos de los amigos de siempre, de un día para otro desaparecieron, como sucedió con el profe Reinaldo del Ipuec José Maceo de la Isla de la Juventud. Algún tiempo después supimos que se entrenaban en diferentes unidades especiales de occidente para partir hacia el continente africano a contribuir con la independencia de esos pueblos, específicamente hacia Angola, en un especial acto de altruismo y de desafío a la vida.
¡Ah, la vida! Lo más preciado que tenemos los seres humanos. Vienen a mi mente los muchos rostros jóvenes como yo en aquella épca, una buena parte casi imberbes, que levantaron su mano de forma voluntaria ante el llamado de la Patria, se sobrepusieron a ese instinto natural de defensa de la vida, y dieron el pecho en gesto altruista y desinteresado, para incorporarse a la lucha por la independencia de Angola primero, y otros países después.
Fueron más de 386 mil cubanos que pelearon en África, no en busca de méritos personales ni de riqueza alguna, porque no les movía otro deseo que el de ser útiles, de cumplir con la Revolución y estar a la altura del tiempo glorioso que les tocó vivir. Así de intrépidos fueron jóvenes como Abel, Rodolfo, Antonio, Robier, Carlitos, Diego, Emilio, Comptis, Chales, Laffita, Plá, Consuegra…, entre otros cientos de pineros y de todas las provincias cubanas, que abrazaron el ideal internacionalista y arribaron a la República Popular de Angola en una misión que se le dio por llamar “Operación Carlota”.
Esa Operación tenía el objetivo de preservar la independencia e integridad territorial de esa nación, e impedir una invasión de Sudáfrica por su frontera sur, país que junto a los Estados Unidos y el gobierno de Mobutu en Zaire, armó a las fuerzas antigubernamentales de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), encabezada por Jonás Sabimbi, promoviendo una invasión por diferentes puntos del país para evitar la consumación de la independencia del hermano pueblo.
A la Operación emprendida se le da el honroso nombre de “Carlota” como homenaje a la valiente esclava de origen lucumí que encabezó una sublevación el 5 de noviembre de 1843, junto con muchos otros esclavos en el ingenio matancero de Triunvirato, envolviendo en llamas la casa de vivienda de los amos y parte del ingenio y los bohíos del batey, que a su vez fue extendida a otras zonas de la provincia de Matanzas, siendo perseguidos y apresados por las tropas peninsulares en un desigual y feroz combate. Una vez capturada, todavía viva Carlota, los oprobiosos militares la ataron de pies y manos a cuatro caballos, que tiraron de ella en sentido contrario hasta desmembrar su cuerpo, en el intento de dar cruel escarmiento a sus seguidores, dejando para la historia la fortaleza, el espíritu de rebeldía y libertad del pueblo cubano.
La “Operación Carlota” comenzó oficialmente el 5 de noviembre de 1975, cuando, al enterarse el Comandante en Jefe de la muerte de varios asesores militares cubanos en Caporolo, provincia angolana de Benguela, durante un enfrentamiento con fuerzas invasoras, ordenó el traslado de las primeras unidades de combate por vía aérea y naval, iniciándose así una de las más increíbles hazañas militares de la historia contemporánea, con el objetivo de impedir que las fuerzas enemigas tomaran Luanda antes del 11 de noviembre, fecha en que el Movimiento Para la Liberación de Angola (MAPLA) asumiría el gobierno con Agostinho Neto al frente.
La Isla de la Juventud, como parte de este heroico pueblo, también tiene el honor de guardar en el más alto pedestal de la gloria, a poco más de una veintena de mártires internacionalistas que en este aniversario 48 de la “Operación Carlota” vale la pena enaltecer, para que las más jóvenes generaciones beban del ejemplo e intrepidez de esos valientes que entregaron sus vidas por la independencia de otros pueblos como (según el orden de la imagen) Gilberto Pico, Leonilda Tamayo, Roberto Orestes Moreno, Angel Alberto Galañena, Rodolfo Carballosa, Melecio Hechavarría, Raidel González, Roberto Lafita, Rafael Ávila, Richard Ebanks, Pedro Bueno, Ramón Herrera, Richard Terrero, Orlando Gutiérrez, Carlos Reyes, Carlos Torres, Nelson Machado, Leonardo Azahares, Arístides Domínguez, Carlos Betancourt, Alexis Hechavarría, Ramón Fernández, Máximo Caignet y Rodolfo Codorniú.
Esta importante operación se extendió hasta 1991 en la que unos dos mil combatientes internacionalistas entregaron sus vidas, cuyos restos fueron regresados a la Patria durante la conocida “Operación Tributo”, que a partir del siete de diciembre de 1989, el pueblo de Cuba brinda el merecido homenaje de recordación y perenne tributo a estos mártires.
Ese día toda la luz de Cuba se vio por la gota cristalina de una lágrima, fue el milagro de convertir el llanto en luz; fue aquel día cuando la Patria, que los había parido héroes, los recibió convertidos en luz para seguir iluminando el camino de la historia y de la gloria de este pueblo, cuando Fidel en aquel acto raigal de despedida de duelo a los internacionalistas en el Cacahua, el séptimo día de diciembre de 1989 expresó:
“Al escoger esta fecha para dar sepultura a los restos de nuestros heroicos combatientes internacionalistas caídos en diversas partes del mundo, fundamentalmente en África, de donde vinieron los antepasados de Maceo y una parte sustancial de nuestra sangre, el 7 de diciembre se convertirá en día de recordación para todos los cubanos que dieron su vida no solo en defensa de su patria, sino también de la humanidad.
De este modo, el patriotismo y el internacionalismo, dos de los más hermosos valores que ha sido capaz de crear el hombre, se unirán para siempre en la historia de Cuba”.
Por Redacción Web