Pinos Nuevos: Teatro que asiste, toca y vive
Era el miércoles el día más deseado. Se llenaba el pasillo central del Pre y cada estudiante esperaba ansioso al familiar que llegaba de casa. Era día de visita pero también de Puesta Teatral... guardo aún frescas en mi memoria las imágenes...Era el cierre de los años 80 y ver llegar a los muchachos del Grupo Teatro Juvenil Pinos Nuevos era como regalo visual y emocional para quienes empezábamos a disfrutar de obras que nos describían gracias al proceso de investigación de estos muchachos con grupos estudiantiles de las Escuelas en el Campo que poblaban la Isla en aquella etapa.
Habitual era verles llegar, montar la escenografía, no se necesitaba mucho en realidad, porque los actores y actrices ponían mucha atención al texto o guión bien elaborados y los parlamentos fluían, tan frescos y cercanos, a nuestra realidad. Tal parecía que los personajes éramos todos los jóvenes de ese tiempo en obras como "Los Pinos Nuevos", dedicada a Martí y estrenada en la Finca El Abra, "Proyecto de Amor", "Molinos de viento", "El compás de madera", original de Francisco Fonseca, entre otras tantas. Una buena parte de ellas hicieron época en las tablas pineras.
"No eran de aquí...No llegaron por naufragio"
El 8 de diciembre de 1977, 12 jóvenes llegaron a la Isla de la Juventud con la responsabilidad de desarrollar un movimiento teatral juvenil que estuviera a tono con las necesidades y exigencias del público pinero. Tuvo por nombre “Pinos Nuevos”, les era esencial perfilar la dramaturgia propia de aquellos tiempos y dejar huellas en el quehacer teatral del país. Ese grupo de jóvenes llegó al campamento La Sacra para fundar aquí uno de los proyectos más hermosos del teatro contemporáneo cubano.
Era habitual verles trabajar en el Teatro Victoria, ese espacio que fue casa cultural para todos los de mi generación. Ahí les vi estrenar en 1982 u 83 "Proyecto de amor", obra teatral elegida para participar en la primera edición del Festival de Teatro de Camagüey donde se alzó con la mayoría de los premios por categorías y con el reconocimiento definitivo del Tinajón Camagüeyano. Siempre escucho a Francisco Fonseca, fundador, hablar de Pinos Nuevos como bella experiencia y provechosa además:
"Aprendimos la relación del teatro con los diferentes públicos, el grupo trabajaba, sobre todo, para los jóvenes de aquellas escuelas en el campo que abundaban en la Isla. Se producía una relación actor espectador enriquecedora. Por otra parte, existía una noción de comunidad teatral. Los actores estábamos al tanto de todo lo que ocurría en la Isla. Éramos un verdadero laboratorio"
¿Ha sido adecuadamente estudiado eso que alguien llama “el pasado” o aún resulta una asignatura pendiente?
"Creo y muchos coincidirán que conocer los aportes de aquellas experiencias del Teatro Juvenil Pinos Nuevos quedó en el tiempo, guardados en baúles de antaño. Aquel teatro tan social, se convirtió en modo de hacer para los grupos teatrales del país. No creo se hable mucho hoy día de lo significativo del hacer y de los códigos renovadores para el Teatro que hizo aquí Pinos Nuevos, cuando es certero que marcó una etapa significativa para el teatro cubano".
UN HACER RENOVADOR
Los códigos estéticos se renuevan, el colectivo hoy asume otro modo de hacer insertando una dramaturgia más abierta al contexto nacional y universal, con un estilo más depurado y acorde a los códigos imperantes del Teatro, donde el lenguaje gestual y las manifestaciones expresivas, las articulan con lo teatral, lo danzario, lo visual, y lo performático. Abraza Pinos Nuevos aquella forma de los iniciadores - no solo en plateas teatrales hacen historia, llegan también a esos espacios callejeros- con todas sus dinámicas.
A su director Miguel Leoncio Olaechea le gusta trabajar con cierta flexibilidad en el guión, pero eso sí, lleno de recursos estructurales como escenografía, vestuario, luces y banda sonora dándose las manos y como recurso indispensable el audiovisual, también aderezo de la trama que interpretan los actores. La convención de mostrar el teatro dentro del teatro es otra de sus prácticas, que le agradece, Olaechea, al drama isabelino y en el que Shakespeare a menudo le sirve para hacer reflexionar al público sobre sí mismo y sobre la fina línea que separa la realidad del espectador y la ficción dramática.
45 años cumple hoy Pinos Nuevos, un grupo de Teatro que ha pasado a ser, además de arte, un espacio de reflexión propulsor de ideas, valores y emociones, formador de pensamientos y sentido crítico.
Y aunque lejos este 8 de diciembre recibió Olaechea mi llamada de felicitación:
"Cada vez que me preguntas qué significa el teatro para mí, siempre tengo el temor de parecer excesivo. Sin embargo, después de tantos años y de tantos personajes a los que he prestado mi voz y mi cuerpo, mi alma en definitiva, me considero cada día más apasionado por eso que se llama interpretar o ver a mi colectivo interpretar. Es en el Teatro quizás donde los actores podemos disfrutar de una manera más plena. Hay todo un proceso que desarrollar hasta el final cada día, en cada representación. Es terriblemente duro, pero también apasionante. El teatro es mi pasión original y es el lugar donde sigo aprendiendo. Es vida, es la inspiración de lo que me gusta hacer".
Felicidades a cada uno de los que han pasado por Pinos Nuevos y ha dejado su sello, ese del buen teatro, capaz de atrapar la atención, los sentidos, el discernimiento, la ira, el dolor y el amor que cubre inexorablemente la trama de una historia.
Apostémosle al teatro pinero, a la dramaturgia de altos vuelos porque el Teatro asiste, toca y vive.
Nominada a premio en Italia, pieza teatral del grupo Pinos Nuevos
Texto: Katia Álvarez.
Fotos: Cortesía de Miguel L. Olaechea.