¡Igualdad YA!
Es ¡Igualdad YA!, el llamado de hoy, sin olvidar cuando corrían los tortuosos días del segundo lustro de los años ‘90 de la pasada centuria, hace ya 36 años, y los habitantes del planeta estaban siendo atacados por una enfermedad que llegó a convertirse en pandemia: el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), la cual ponía en serias situaciones de riesgo para la vida a los afectados por la desestabilización total de su capacidad y respuesta inmune del organismo, el cual manifiesta un deterioro del sistema pulmonar, coloración y daños severos en la piel, pérdida desmedida de peso junto a otras anomalías que la hacían incompatibles con la vida.
Por tales motivos en 1988 la Asamblea General de la ONU manifestó su preocupación por el hecho de que el SIDA hubiera adquirido proporciones de pandemia, y por su incidencia mundial se tomó el Primero de diciembre como Día Mundial de Respuesta al VIH (SIDA), precisamente en la Cumbre Mundial de Ministros de Salud sobre Programas de Prevención del Sida, y desde entonces, los organismos de las Naciones Unidas, los gobiernos y todos los sectores de la sociedad civil, se unen en todo el mundo cada año para celebrar actividades en torno a temas específicos relacionados con la prevención de la enfermedad.
Desde que se manifestaron los primeros casos en nuestro país en 1986, más de 35 mil personas han padecido el VIH, y de ellas la cifra que permanece con vida alcanza los 29 mil con tratamientos estables y un alto nivel de aceptación y asimilación en los colectivos en los que se desempeñan. En este el 2022 la campaña internacional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) está presidida por el lema: “Igualdad Ya”, la cual constituye un llamado a la acción en un mundo marcado por las grandes desigualdades y en el que todos los enfermos no les asisten los mismos derechos por la falta de políticas públicas en muchos países en los que no tienen acceso gratuito a los servicios de salud.
En este contexto la campaña internacional pretende fomentar un impulso al trabajo en todas aquellas acciones prácticas en las que se ha demostrado su necesidad para abordar las desigualdades y ayudar a poner fin al sida.
Precisamente estos llamados mantienen su vigencia en un año que arrastra las fatales consecuencias de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, en que todos los esfuerzos han estado dirigidos al enfrentamiento a la pandemia por la Covid-19, que registra más de 62 millones de casos confirmados en 186 países y ha cobrado la vida de más de un millón 450 mil personas. Muchos otros servicios se detuvieron temporalmente por estar recargados de trabajo los profesionales de la salud y la mayoría de las personas debieron permanecer en sus casas por las medidas de aislamiento para controlar la propagación del nuevo coronavirus.
Según ha informado por los organismos competentes, debido al impacto de la Covid-19 en la respuesta global al VIH/SIDA podrían ocurrir entre 69 mil y 148 mil muertes adicionales en el mundo entre 2020 y este 2022, lo que incrementa la indefensión de los afectados ante la situación actual, cuando se contabilizan más de 38,4 millones de personas (33,9–43,8 millones) que vivían con el VIH, más de dos tercios (25,6 millones) en la Región de África.
En nuestro país, a diferencia de otras latitudes, se ha hecho un descomunal esfuerzo humano, profesional y económico para no dejar desamparado a ninguno de los pacientes afectados por el VIH o de otra enfermedad crónica, asegurando, en medio del brutal bloqueo norteamericano y las dificultades económicas, la presencia de los fármacos antirretrovirales, la continuidad del Programa Nacional del VIH y el funcionamiento de los centros de Salud en todas las provincias, así como el incremento en la producción de otros que han propiciado el descenso de la morbilidad por la enfermedad.
Un dato de gran valor resulta que en el 2015 la Organización Mundial de la Salud le otorgó a Cuba la condición de primer país del mundo en eliminar la transmisión madre a hijo del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la sífilis. Dicha condición fue revalidada en los años 2017 y 2019, manteniendo en la actualidad el cumplimiento de tales propósitos, y en los años 2019, 2020 y 2021, en los que Cuba no reportó ningún contagio por VIH de madre a hijo.
A lo largo de la enfermedad se ha desarrollado una intensa campaña de promoción y control del VIH principalmente con la más joven generación, sin perder de vista el peligro que representan las prácticas tradicionales de sexo desprotegido y promiscuo entre los adultos en parejas de ambos sexos y del mismo sexo, todo lo cual ha contribuido a formar una percepción de riesgo más o menos aceptable, que ha permitido reducir los niveles de infestación entre las poblaciones de esos grupos etarios, aún con la escasez de condones.
No es casual entonces que en estos momentos que las metas 90-90-90, propuestas por ONU-SIDA para el control de la epidemia, mostraban indicadores positivos en el territorio nacional al descender el reporte de nuevos casos y la mortalidad de la infección por el virus de inmunodeficiencia humana.
Se destaca el hecho de que lo más importante no son las cifras, sino los seres humanos mejor cuidados y atendidos que están detrás de ellas, con los cuales se ha logrado una prevalencia de la enfermedad en la población entre 15 y 49, años en un 0,4 %, siendo la más baja de América Latina y el Caribe.
Hoy, primero de Diciembre, Día Mundial de Respuesta al VIH, se convoca desde todos los ámbitos a la población a mantener las medidas de protección, a una sexualidad responsable, hacerse la prueba en los sitios habilitados para ello en los espacios públicos e instalaciones de salud en las jornadas sanitarias de promoción, capacitación y comprobación, que despliegan los grupos de apoyo con la asesoría de los Centros de Higiene e Epidemiología y Direcciones de Salud en coordinación con la Unión de Jóvenes Comunistas y las autoridades comunitarias cada territorio.
Cuba es un ejemplo del cumplimiento de lo expresado en el eslogan que preside la campaña este año: ¡Igualdad YA!, por contar con un Sistema de Salud inclusivo, que abarca a todo el espectro de la sociedad sin exclusiones, y está inmersa en un proceso de identificación de las desventajas sociales que hoy generan desigualdades, para lograr un cambio transformador acompañado de políticas, económicas y sociales, que protegen los derechos de todas las personas, con énfasis en las que forman parte de los grupos clave a la epidemia de VIH, lo cual compromete al país con su respuesta a eliminar el sida como problema de salud y otras epidemias que ponen en riesgo la salud de la población.
Por: Sergio I. Rivero Carrasco