septiembre 27, 2025 ¿Quienes somos?

El cerco y la dignidad: crónica de una agresión persistente

El bloqueo económico-financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba no es una simple política exterior: es un cerco estructural, sostenido y extraterritorial que busca aislar a la nación caribeña del sistema financiero y comercial global. A lo largo de más de seis décadas, esta agresión persistente ha obstaculizado el acceso de Cuba a mercados, tecnología, combustibles y financiamiento, afectando gravemente su desarrollo económico y social.

La dignidad del pueblo cubano, sin embargo, no ha cedido. En medio de la escasez, la presión diplomática y la vigilancia internacional, Cuba ha sostenido su soberanía, su vocación solidaria y su derecho a existir sin coerción. Esta resistencia cotidiana, profundamente ética, se convierte en testimonio de una nación que no se doblega ante el castigo colectivo.

Juristas y analistas coinciden en que el bloqueo viola principios fundamentales del derecho internacional. La Carta de las Naciones Unidas prohíbe la coerción económica como instrumento de presión política y la Asamblea General de la ONU ha condenado el bloqueo en 32 ocasiones consecutivas desde 1992, reflejando el consenso global sobre su ilegalidad y carácter inmoral.

El cerco no se limita a sanciones bilaterales. Se extiende a terceros países mediante amenazas, multas y restricciones que penalizan cualquier intento de relación comercial con Cuba. Esta extraterritorialidad vulnera la soberanía de otras naciones y convierte el bloqueo en una maquinaria de intimidación global.


Mientras funcionarios estadounidenses y comentaristas afines intentan minimizar el impacto del bloqueo, evitan responder una pregunta esencial: ¿cómo puede prosperar un país al que se le niega sistemáticamente el acceso a recursos esenciales? No existe precedente de desarrollo bajo semejante asfixia.

La agresión económica ha afectado sectores vitales como la salud, la educación, la energía y la infraestructura. Pero también ha generado una respuesta ética, cultural y política que reafirma la dignidad cubana. Como expresó José Martí: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas; y mi honda es la de David.”

Esta crónica no solo denuncia una agresión persistente: también resalta la dignidad de un pueblo que transforma el cerco en resistencia, y la resistencia en memoria.


Texto: Ana Verdecia
Imagen: RC

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