El Granma fue un punto en mar bravío devino pueblo
“Aquel pequeño
punto en el mar
¡cómo ha crecido!Llegó al manglar y echó los héroes
sobre la sierra; padre viajero, engendró
a las FAR y al Gran Ejército para la
Guerra de Todo el Pueblo,
si hay que pelear”.
El Indio Naborí
Aquel pequeño punto del mar como lo concibió el Indio Naborí, partió henchido de honor desde el puerto de Tuxpan, debatiéndose con fuerza inusitada en medio del Golfo y Caribe bravíos, solo con el ímpetu de los grandes, cumplidores del compromiso con el pueblo cubano de que en 1956 se reanudaba la lucha y serían libres o mártires.
Era el Granma y sus 82 expedicionarios con Fidel al frente, los que después de meses concentrados en la clandestinidad e intensos preparativos en tierra mexicana, en el silencio más absoluto los expedicionarios lo fueron abordando con armas en mano, municiones, agua y alimentos. Zarpó del puerto de Tuxpan, en Veracruz, la medianoche del 25 de noviembre de 1956 para iniciar su travesía rumbo a la Historia.
Ese yate de recreo devenido en excepcional buque de guerra, se hace difícil creer cómo fue posible la permanencia de 82 hombres en tan reducido espacio con sus equipos de combate y toda la carga. Solo el amor a la Patria, sus convicciones en la justeza y necesidad de ver libre a Cuba de todo yugo opresor, hizo posible tal proeza de soportar las dolencias y molestias en la travesía, cuando ninguno tenía experiencia marina.
Ese punto en el mar fue creciendo en la medida que se acercaba a las costas cubanas, cambiaron por necesidad el sitio del desembarco dadas las inclemencias del tiempo y el constante seguimiento por ser descubiertos por la aviación enemiga, que no cesó de perseguirlos y ametrallarlos. Gracias al mangle salvador, luego de varios días, arribaron el domingo 2 de diciembre a Los Cayuelos, cerca de Las Coloradas, zona ya sometida a un intenso tiroteo que los obligó a avanzar entre el fango y manglares para poder llegar a tierra firme.
Al amanecer se daba a conocer la falsa noticia de que Fidel había muerto, y es cuando se produce en Alegría de Pio, el primer encuentro entre los expedicionarios y las fuerzas de la tiranía en un ataque sorpresivo, que pasó a la historia como “el bautismo de fuego” de los expedicionarios del Granma. Se iniciaba así la forja de lo que sería más tarde el ejército del pueblo con el legado de Almeida “¡Aquí no se rinde nadie, C..!”
De este modo el punto en mar bravío continuó creciendo en tierra también bravía, devenido primero en destacamento guerrillero, luego Ejército Rebelde y finalmente en las gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que libraría muchas y duras batallas en las montañas y ciudades para llegar al triunfo definitivo del Primero de Enero de 1959.
La concepción Fidelista de que un pueblo vale lo que sepa defenderse, hizo posible casi al inicio de la Revolución, la creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias integradas por cubanas y cubanos que contribuyeron a enfrentar la invasión mercenaria por Playa Girón y la Crisis de Octubre con las cuatro bocas enfiladas al Norte para impedir la agresión imperialista.
Más tarde se perfecciona la proyecto defensivo del país con la concepción de la Doctrina de la Guerra de Todo el Pueblo: En cada punto del país, matorral, barrio o vivienda hay cubanos con un lugar, un medio y una forma de combatir al enemigo si intenta agredirnos, y cada uno, convertido en Comandante en Jefe, listo para enfrentarlo, lo cual ha hecho posible que el punto en mar bravío se cristianizara en pueblo combatiente.
El General de Ejército Raúl Castro, en el aniversario 45 de la celebración del 2 de diciembre con sabia reflexión nos dejó un hermoso legado que perdurará por siempre: “Esa pequeña nave ha pasado a ser símbolo de independencia, dignidad y justicia, de permanente decisión de lucha y fe inquebrantable en la victoria. Por eso todo nuestro pueblo combatiente, y como parte de él los miembros de las FAR, seremos siempre tripulantes del Granma. ¡Esa es la garantía de la eterna existencia de la Revolución y de la Patria!
Testimonio de Fidel Castro sobre el desembarco del Yate Granma
Por: Sergio I. Rivero Carrasco